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Cerebro de mono controla un robot a distancia

Investigadores de la universidad de Duke, en EE.UU., implantaron electrodos en el cerebro de una mona, que fue capaz de controlar a un robot que se encontraba en Japón. Suponen que lo aprendido durante este experimento permitirá algún día que las personas privadas de movilidad puedan mover objetos, sólo con pensar en ello.

Durante años los científicos han sabido cómo, mediante la utilización de electrodos conductores implantados en el cerebro de algún animal, “leer” información directamente desde ese órgano. Sin embargo, son pocas las aplicaciones prácticas que se publican sobre el tema. Pero hace unos días, Miguel Nicolelis (un neurólogo de la Universidad de Duke, en EE.UU.) y sus colegas fueron capaces de lograr que los pensamientos de una mona que se encontraba en Estados Unidos controlara los movimientos de un robot situado en Japón.

La mona Idoya hizo que el robot se levantara y caminara, solamente utilizando para ello su cerebro. Idoya tenía implantados en su cabeza varios electrodos que registraban continuamente la actividad de unas 300 neuronas en total. "Determinamos cuales neuronas entraban en acción cuando movía las caderas, cuáles lo hacían cuando movía los pies, y qué otras anticipaban sus movimientos", explicó Nicolelis.

Previamente, los científicos habían analizado concienzudamente la información que recogían los electrodos conectados a las neuronas de la mona. Utilizando una serie de videos de Idoya caminando y los datos de su cerebro, habían descubierto que eran capaces de anticipar los movimientos de la mona unos 4 segundos antes de que se produzcan, con una exactitud de un 90%.

El paso siguiente fue contactar a sus colegas de Japón. Alli, un robot llamado CB y diseñado por Gordon Cheng del Laboratorio de Neurociencia Computacional de Kioto, realizaría los movimientos dictados por el cerebro de la mona. El robot CB está diseñado especialmente para imitar la forma de caminar de los humanos y primates. Una vez establecida la comunicación entre Idoya y CB, el robot comenzó a imitar los movimientos que realizaba la mona a miles de kilómetros de distancia.

Para que Idoya pudiese obtener una realimentación de lo que hacia el robot, se dispuso una pantalla que mostraba a la mona los movimientos del robot en tiempo real. De esta manera, y a pesar del casi cuarto de segundo que demora la información en franquear la distancia que separa a ambos países, Idoya logró hacer que el robot se pusiera de pie y caminase. Cada vez que lo conseguía, recibía como recompensa una porción de comida.

La culminación del experimento llegó cuando Idoya puedo hacer que el robot caminase sobre una cinta de correr durante tres minutos, ordenándoselo solo con la mente. Según Nicolelis, el éxito se debe a que los electrodos implantados en la corteza cerebral motora, cerca de las sienes recogían las órdenes que la mona enviaba a sus piernas, que mediante el video veía como si fueran suyas.

"Tenemos en nuestras manos un sistema que puede hacer que las personas o los animales controlen dispositivos externos con su propia mente", afirma Nicolelis. Sin embargo, y a pesar de este resultado tan prometedor, aun no tenemos una forma 100% segura de implantar electrodos en el cerebro humano, por lo que las investigaciones deberán seguir centradas en animales.

"Cuando superemos esa barrera, las personas privadas de movilidad podrán mover objetos, sólo con pensar en ello. Lo que tenemos en mente es una especie de bypass, implantarle a los pacientes un traje que sería como un esqueleto externo, que se podría mover controlado por los impulsos cerebrales", dice Nicolelis.

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Escrito por Ariel Palazzesi

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