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Discos duros líquidos: Un terabyte en una cucharada

En el pasado nos hemos cruzado con diferentes desarrollos que buscan incrementar la densidad de los discos duros. Desde reducir la cantidad de átomos necesarios para almacenar bits hasta inyectar helio en su interior, todo parece válido en la industria, pero un nuevo estudio apunta a la creación de discos duros líquidos, en los que una serie de partículas suspendidas podrían ser interpretadas como unos y ceros.

Más allá de las mejoras técnicas que han recibido, lo cierto es que el diseño básico de los discos duros se mantuvo relativamente intacto durante las últimas décadas. Los sistemas de escritorio y los ordenadores portátiles se vieron beneficiados con un drástico aumento de rendimiento a través de las unidades de estado sólido, sin embargo, la dependencia sobre los discos duros sigue muy firme. Esto es especialmente cierto en el entorno corporativo, donde la demanda es cada vez más grande, y los servicios en la nube se multiplican. En esencia, el dilema que enfrentan los discos duros es lograr más con menos. Se necesita incrementar la capacidad, reduciendo volumen y consumo de energía. En enero pasado, Western Digital había lanzado al mercado a través de su subsidiaria HGST el primer disco duro con helio inyectado, que en ese entonces logró incrementar la capacidad en un 50 por ciento, y reducir el consumo de energía en un 23 por ciento. Aún así, los discos con helio continúan siendo una rareza, y los fabricantes exploran caminos alternativos.

Disco duro líquido
La imagen del centro muestra a las partículas en descanso. A los lados, sus dos estados identificables.

Mientras tanto, los laboratorios también están logrando avances. Un grupo de investigadores expertos en ciencia de los materiales provenientes de las universidades de Michigan, Colorado, New York, y el Laboratorio Nacional Argonne, han publicado un estudio en el cual se teoriza que una suspensión coloidal puede ser usada como un disco duro líquido. En una suspensión coloidal, las partículas no son disueltas permanentemente en el medio (que podría ser otro tipo de material blando, como polímeros) y retienen sus propiedades. Al calentar el líquido, estas partículas se ordenan en un patrón predecible. La formación más básica, compuesta por cuatro partículas, tiene dos estados además de su forma sin estímulo, lo que permitiría su interpretación como unos y ceros.

No quedan dudas de que el procedimiento es incómodo, y se necesitarán años enteros de investigación para determinar si un disco duro líquido es viable, pero ya se han hecho algunos cálculos de densidad, y la estimación más precisa habla de un terabyte dentro de una cucharada de material blando. Esto inevitablemente nos recuerda una de las grandes metas que la tecnología aún debe alcanzar, y es el almacenamiento tridimensional de datos. La ciencia ficción podrá estar repleta de varillas, cristales y cubos, pero en la vida real, debemos seguir esperando…

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Escrito por Lisandro Pardo

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