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El ciclo tecnológico, lo ético y lo posible

Si compras un gadget en el instante que sale a la venta, gastarás más dinero que aquel que espera a que bajen los precios. Pero, si esperas a que los bajen precios y las nuevas tecnologías se afiancen, esperarás por siempre. Es una maldita paradoja: sale algo nuevo y caro. Si lo compras, estás pagando sobreprecio. Si esperas para comprarlo más barato, pronto será reemplazado por una versión mejor, más nueva y, claro, más cara. ¿Cómo actuamos frente al ciclo tecnológico y la obsolencia planeada en la actualidad?

El cambio del tocadiscos al cassette y luego al CD ha sido paulatino si lo comparamos con la evolución del VHS al DVD, al HD y Blu-ray. La tecnología que adquieres hoy, ya mañana es vieja y lo que has pagado muestra ser mucho en poco tiempo. La obsolencia planeada es más obvia que nunca, aunque cada vez reaccionemos menos.

Toda tecnología debe enfrentarse a la siguiente etapa de evolución: Introducción, crecimiento, madurez y obsolencia.

  • En la Introducción está el planeamiento, posicionamiento y penetración en el mercado. Es la etapa de altos costos en manufactura, publicidad y pruebas, y que debe ser redituable para la compañía, apuntando a los usuarios que ya saben del producto y cuya ansiedad los llevará a adquirirlo a como dé lugar. Siendo totalmente nuevo, goza del privilegio de una alta cotización que es pagada por todos aquellos acostumbrados a ser pioneros en la adquisición de nuevas tecnologías.
  • Una vez que el producto se ha vendido a un alto precio a los usuarios aficionados y se ha corrido la voz de su utilidad, la tecnología en cuestión ingresa a su etapa de crecimiento. Aquí se intenta sostener un índice en el mercado y se aplican mejoras, novedades y se revisa la posibilidad de bajar los precios para mejorar el posicionamiento y afianzar el producto.
  • A medida que aumenta la cantidad de usuarios que adquiere el producto y otras tecnologías se adaptan a la nueva, comienza la etapa de madurez, que se destaca por el mayor ingreso de ganancias. El producto es ampliamente conocido, los clientes son leales, todos piensan que es lo mejor y el mercado se satura, haciendo que tanto la versión como los precios se estabilicen un momento (casi siempre a un costo más bajo que el inicial)
  • Y finalmente la popularidad decrece y se ingresa en la etapa de obsolencia. El producto se enfrenta a la competencia de nuevas tecnologías y ya no goza del prestigio de la novedad. En esta etapa se debe tomar la decisión de innovar o abandonar el mercado por completo. Si se elige innovar, debe hacerse un avance relevante (algo así como el cambio de USB 2.0 a USB 3.0) que no sólo supere a la propia obsolencia del producto, sino también a la competencia, y se inicia nuevamente el ciclo.

¿Cómo afecta este ciclo a la sociedad? Más allá de la economía personal de cada individuo, este ciclo contribuye a las obsesiones y adicciones tecnológicas que aumentan nuestro estrés diariamente. Si eres de los que tiene que tener lo último en tecnología antes que ningún otro, has de estar tipeando tu número de tarjeta de crédito más veces que direcciones Web. Y sin dudas tendrás más de una úlcera al sumar todos los euros que has gastado de más, sea por reducciones de precio o por productos que han quedado obsoletos ante nuevas y mejores tecnologías al mismo precio.

El avance desmedido de la tecnología tiene eco en el incremento de actividad informativa y la aceleración de nuestro estilo de vida para estar a la par del avance tecnológico, que día a día parecer estar más y más lejos de nuestra capacidad de aprehenderlo todo. Incluso están los que piensan que las tecnologías más avanzadas ya están en los laboratorios de los ingenieros/científicos (que consideran que un iPhone es cosa del siglo pasado), pero que no son lanzadas al mercado para no quemar todas las etapas (y oportunidades de venta) que hay en el medio. Se juzga la ética detrás de la obsolencia planeada y la manipulación de los fabricantes. Pero la tecnología no es el némesis de la sociedad, ni son los consumidores santos inocentes, víctimas de planes maquiavélicos y poco éticos.

El afán de ser el primero en tener lo último de lo último no es una condición inevitable. Como muchas cosas, tenemos siempre la capacidad de elección. Y la velocidad del avance tecnológico es una consecuencia de nuestra propia evolución, un reflejo de nuestro propio ritmo: ¿o no somos los primeros en soñar con conexiones más rápidas, realidades virtuales más "reales", más espacio en nuestros discos duros y mayores velocidades de transferencia?

En lo que respecta a la obsolencia, la mejor opción es disfrutar de lo nuevo mientras es nuevo, sin obsesionarnos en ganarle al resto de nuestros pares y no esperar (inútilmente) la estabilidad, quedándonos con cosas obsoletas que nunca nos darán plena satisfacción. En resumen, buscar nuestro punto idóneo entre la etapa de crecimiento y madurez, eligiendo cuándo preferimos innovación y cuándo utilidad (si es que somos capaces de discernir lo que queremos de lo que necesitamos y de lo que simplemente nos calienta los bolsillos).

A fin de cuentas, la tecnología sigue dándonos herramientas muy útiles y soluciones milagrosas que nos hacen las cosas un poco más fáciles. Es nuestra mente la que nos complica la capacidad de administrarla.

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Escrito por editorwp_constanza

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