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La guerra futura: La conquista de la luna

Los actuales conflictos territoriales que involucran a lugares inhóspitos de nuestro planeta, como el Ártico o el fondo marino, deberían aportarnos el “know-how” necesario para evitar una posible guerra por los derechos territoriales de la Luna.

En 2005, el ejército canadiense lanzó el ejercicio “Frozen Beaver”. Once soldados a bordo de un par de helicópteros volaron a la isla de Hans, un pedazo de roca frente a las costas de Groenlandia, que desde hace tiempo reclaman tanto Dinamarca como Canadá. Cuando aterrizaron, las tropas plantaron una bandera canadiense, quitando la bandera danesa que flameaba 1984. Una vez en casa, los canadienses le enviaron la bandera capturada al embajador en Ottawa.

Este evento fue el disparo de largada para lo que se ha convertido en una larga serie de extraños incidentes ocurridos en el Ártico. Entre los más recientes se incluyen la misión del científico ruso Artur Chilingarov, que utilizó un pequeño sumergible para plantar una bandera rusa encerrada en una cápsula de titanio en el fondo marino del Ártico, a más de 4000 metros bajo el Polo Norte. "Si a alguien no le gusta, que venga a quitarla. El Ártico ha sido siempre de Rusia.", dijo. De hecho, las cinco naciones con fronteras al Ártico (Canadá, Dinamarca, Noruega, Rusia y los EE.UU.) han participado en por lo menos en un conflicto sobre el territorio helado.

Estos conflictos se deben, en parte, al calentamiento global. El derretimiento de los hielos, que incluyen unos 386 mil kilómetros cuadrados derretidos en el 2007, ha puesto al alcance de la mano unos cuantos miles de millones de barriles de petróleo que se encontraban bajo hielo.

Pero un hecho que ha pasado inadvertido es que la llamada Batalla del Ártico tiene repercusiones que llegan mucho más lejos. Estas peleas no son más que el preludio de de lo que serán las luchas por la soberanía de la Luna. Mientras que efectúa constantes reclamos sobre el Ártico, Rusia anuncia planes de misiones lunares tripuladas en el 2025 y la posibilidad de establecer una base permanente allí en 2032. Y no es el único país con intenciones de desplazarse a nuestro satélite: Japón podría tener su base allí en el 2030; los astronautas de EE.UU. armaran la suya en el 2020, y los chinos lo harán poco después. En menos de 30 años, la Luna será un lugar muy concurrido….y disputado.

Las “reglas” que regirán la conquista de la luna pueden inferirse de lo que está ocurriendo en el Ártico. "Los recientes acontecimientos Ártico son pertinentes", dice Joanne Gabrynowicz, un experto en derecho internacional del espacio, de la Universidad de Mississippi. "Los fondos marinos en alta mar, la Antártida, y en el espacio son, como cuestión de derecho, el patrimonio común de la humanidad. Lo que ocurre en uno puede sentar un precedente jurídico en los demás."

A simple vista, la luna no es un buen botín: carece de oro, petróleo, y no dispone de rutas comerciales. Pero eso no significa que sea inútil. Harrison Schmitt, el único astronauta que además de caminar en la luna es un científico (geólogo), aboga por la minería de helio–3. Este isótopo raro es el combustible ideal para los reactores de fusión. Desde 2002, Ouyang Ziyuan, el director científico del equipo chino para la exploración lunar, ha hecho publica sus intenciones: “Nuestro objetivo a largo plazo es la creación de una base en la Luna y minar sus riquezas en beneficio de la humanidad." Además, la Luna es el lugar perfecto para la conquista práctica de Marte, el asteroide Belt, y las lunas de Júpiter, Saturno, y todo lo que esté más allá.

Quizás sea hora de sentarse en una mesa de negociaciones. La historia está plagada de ejemplos de lo que no se debe hacer: desde la conquista de América hasta el Oriente Medio. Cuando se avecina un conflicto solo hay dos alternativas: ponerse de acuerdo o luchar. Y una guerra, en el estado actual de nuestra tecnología, claramente es la alternativa equivocada.

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Escrito por Ariel Palazzesi

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