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La vida primitiva de la tierra fue de color púrpura.

Los microbios primitivos utilizaron una molécula diferente a la clorofila para aprovechar la radiación solar. Este compuesto les daba a los organismos primitivos un tono violáceo.La clorofila, el principal pigmento fotosintético de las plantas, absorbe básicamente la luz de color rojo y azul, a la vez que refleja las componentes con longitudes de onda alrededor del color verde. Esto es lo que da ese color a la mayoría de las hojas de las plantas.

Este hecho desconcierta a algunos biólogos porque el sol transmite la mayor parte de su energía en región verde del espectro visible. “¿Porqué la clorofila tendría esta baja perfomance justo en el área que tiene la mayoría de la energía?”, se pregunto Shil DasSarma, un genetista de la universidad de Maryland. Después de todo, si la evolución ha condicionado el ojo humano para ser la más sensible a la luz verde, ¿porque la fotosíntesis no funciona de la misma manera?

DasSarma afirma que es porque la clorofila apareció en el escenario de la evolución más tarde que otra molécula sensible a la luz llamada “retinal”, que ya era muy popular en la tierra primitiva. Es posible encontrar, aún hoy, retinal en la membrana color ciruela de un microbio fotosintético llamado halobacteria, que absorbe la luz verde y refleja la luz roja y violeta, que combinadas le confieren esa coloración púrpura.

Los microbios primitivos que utilizaron retinal para obtener energía solar deben haber dominado la tierra temprana, dice DasSarma. Esto tiene que haber dado al planeta un distintivo color púrpura. Algunos microbios se apoyaron en la clorofila para sobrevivir, desarrollando la capacidad de absorber las longitudes de onda que los basados en retinal no utilizaban, concluye.

Pero aparentemente la clorofila es más eficiente que el retinal al convertir la luz en energía, a pesar de no aprovechar el rango de longitudes de onda mas apropiado. Esto hizo que con el paso de los milenios los organismos que la utilizaban hayan obtenido una ventaja sobre los otros, y el mundo actual tenga el color verde que conocemos, y no el violáceo que tuvo alguna vez.

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Escrito por Ariel Palazzesi

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