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To bit or not to bit: ¡Sepa cómo conseguir felicidad sintetizada!

¿Sabías que nuestro cerebro tiene la capacidad de crear felicidad sintética, la cual es indistinguible de la felicidad natural? En nuestra sociedad creemos muy fuertemente que no se puede ser feliz si no conseguimos determinado objetivo. En la nota de hoy exploramos las investigaciones que demuestran que, en la mayoría de los casos, esto no es verdad. ¿Quieres ser feliz siguiendo unos consejos muy básicos? ¡Estás a un click de saberlo! Algo que siempre me pareció sospechoso fueron las fábulas, con su carácter moralizante. Por caso, ya que vamos a hablar de felicidad, recordemos la fábula de “La zorra y las uvas”, aquella en donde una zorra, como no puede alcanzar un racimo porque está demasiado alto, finalmente se cansa y lo desprecia, diciendo, mientras se va: “no importa, igualmente estaban verdes”. La moraleja “oficial” habla en contra de la zorra: “algunos desprecian lo que no pueden tener”. Sin embargo, ante lo irreversible de la situación, el animalito estaba haciendo un uso concreto de la síntesis de felicidad, transformando algo supuestamente negativo en positivo. ¿Cómo es esto? Veamos. En el año 1956, Jack Brehm trabajó sobre el paradigma de la libre elección, mostrando cómo sintetizamos felicidad. En su estudio se le pedía a voluntarios que ordenaran varios objetos de mayor a menor en términos de cuánto les gustaban. Luego se les daba a elegir entre dos objetos contiguos en el orden que los habían establecido. La selección de 2 objetos contiguos no era arbitraria, ya que se trataba de hacer la elección lo más difícil posible. Los participantes podían entonces llevarse el objeto que habían elegido. La segunda parte del estudio se realizaba varios días después e involucraba pedirles a las mismas personas que volvieran a ordenar los objetos indicando cuánto les gustaban en ese momento. Mágicamente, el que tenían escalaba posiciones en el ránking, en tanto que el que habían descartado, descendía varios lugares: felicidad sintetizada. Dan Gilbert, sicólogo, condensó varios de estos estudios en una de sus charlas, y nos habla de la corteza prefrontal de nuestro cerebro; la cual, además de relacionarse con cuestiones de la personalidad y los procesos de atención, es un simulador de experiencias. Así como los futuros pilotos de avión practican en un simulador de vuelo, los seres humanos tenemos la capacidad de poder experimentar cosas dentro de nuestra cabeza antes de probarlas en la vida real. Se basa, entre otras cosas, en los estudios de otro sicólogo, León Festinger, con sus trabajos acerca de las disonancias cognitivas, que es candidato a una futura nota. Síntesis de la felicidad al seleccionar un objeto preferido. En 3., el sujeto cambió su relación hedónica, percibiendo el objeto elegido como mejor (y el descartado como peor). También nos cuenta que nuestro simulador cerebral suele funcionar mal. Esto se traduce en algo llamado prejuicio de impacto, una tendencia a sobreestimar la intensidad y duración de nuestras reacciones emocionales a distintas situaciones. Los estudios lo corroboran: diferentes eventos, incluso los traumáticos, consistentemente nos afectan menos, en intensidad y duración, que lo que imaginamos que nos van a afectar. Y en el mediano plazo, no tienen efecto en nuestra “felicidad percibida”. Este mecanismo simulador de experiencias nos puede ayudar a revertir nuestras sensaciones de frustración. En pocas palabras, podemos inventar nuestra felicidad. La felicidad puede ser sintetizada. Los seres humanos tenemos algo que podemos entender como un sistema inmunológico psicológico. Gilbert marca esta diferencia entre la felicidad “sintética” y la felicidad “natural”: * La felicidad natural es cuando obtenemos lo que queremos. * La felicidad sintética es lo que hacemos para conformarnos cuando no obtenemos lo que queremos. Gilbert realizó el experimento de ordenar objetos con un grupo de pacientes que tenían amnesia anterógrada, una enfermedad que produce la pérdida de memoria de corto plazo. En este caso, con una serie de reproducciones de cuadros de Monet. Y el mecanismo de creación de felicidad funcionó de la misma manera, aun cuando los sujetos no sabían qué cuadro les habían regalado. “Lo que estas personas hicieron cuando sintetizaron felicidad es realmente cambiar su reacción afectiva, hedónica, estética con la impresión. No lo dijeron porque lo tenían, porque la realidad era que no sabían que lo tenían.”

EXPERIMENTO EN HARVARD

Otro de los experiementos se realizó con alumnos de la Universidad de Harvard. Los investigadores desarrollaron un curso de fotografía “analógica” en blanco y negro, con revelado en papel y todo. Se les dieron cámaras a los participantes y se y les pidió que tomen varias fotografías. Al finalizar el curso, los alumnos habían creado dos copias en papel fotográfico de imágenes que significaban algo para ellos. Los organizadores les dijeron que solo podían quedarse con una de ellas, ya que la otra quedaría como registro de las actividades de la clase. Y aquí es donde empezaba el estudio. Sin que lo supieran, a los participantes se los dividió en dos grupos: a los del primero se les indicó que tenían que decidir en ese mismo momento con cuál de las dos fotografías se quedarían, ya que los organizadores tenían que enviar inmediatamente por correo las no seleccionadas. Al otro grupo se les dijo que podían elegir la fotografía en ese momento, pero que el correo saldría solo varios días después, por lo que, si cambiaban de opinión, sólo tenían que avisar antes de la fecha límite y los organizadores les cambiarían su fotografía por la otra. Para resumir: a los del primer grupo, los que tenían que decidir inmediatamente y no podían cambiar de opinión, realmente les gusta, y mucho, su fotografía. En cambio, a los del segundo grupo, los que tuvieron posibilidad de cambiar de opinión, a ninguno les termina de gustar del todo. ¿Por qué? Pues, tuvieron varios días para deliberar y evaluar cuál les gustaba más: “¿Habré elegido bien? ¿Será que la otra es mejor?”. El primer grupo, al no tener opción, sintetizó rápidamente su felicidad. Gilbert: “Resulta que la libertad –la habilidad de decidirse y cambiar de opinión– es la amiga natural de la felicidad, porque permite elegir entre todos esos deliciosos futuros y encontrar el que más vamos a disfrutar. Pero la libertad de elección –tomar decisiones y cambiar de idea– es la enemiga de la felicidad sintética. El sistema inmunológico psicológico funciona mejor cuando estamos totalmente atascados, cuando estamos atrapados”. Para cerrar el círculo de estos estudios, se convocó a un nuevo curso de fotografía, pero esta vez sencillamente para consultarle a los alumnos acerca de cómo querían que el curso se realizara. Opción 1: que al final del curso, después de elegir su fotografía, puedan tener cuatro días para cambiar de opinión. Opción 2: que al final del curso, después de elegir su fotografía, no puedan cambiar de opinión. ¿Qué eligió la gente? ¿En qué curso quisieron estar? ¡Las dos terceras partes eligieron la opción 1! Dicho de otra forma, sin saberlo, la mayoría estaba eligiendo estar insatisfechos con la fotografía con la que se quedarían al terminar el curso. Esto es porque no estamos al tanto de las condiciones en las que se desarrolla correctamente la “felicidad sintética”. Pues bien, en nuestra sociedad tenemos la fuerte creencia que la felicidad sintética es de menor calidad. ¿Por qué? Volviendo a Gilbert: “Es muy sencillo, ¿qué tipo de maquinaria económica seguiría girando si creyésemos que no tener lo que queremos nos hará igualmente felices que tenerlo?”. ¡He ahí la cuestión! Nuestro mundo de hoy está organizado para que seamos “felices” si cumplimos los designios del dios dinero. Pero podemos superar esta “trampa capitalista”: las pruebas demuestran que, tarde o temprano, la felicidad sintetizada nos es indistinguible de la felicidad natural. Suponiendo que tal cosa como la felicidad exista. Tú, estimado lector NeoTeófilo, asaz interesado en estas cuestiones, ¿qué opinas? ¡Hasta el próximo To bit!

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Escrito por Gianni Sabbione

Gianni Sabbione es editor literario, científico y músico. Como editor trabajó y trabaja en editoriales y medios internacionales de EE.UU., España y Latinoamérica. Es asesor en reorganización y automatización de áreas de IT e investigó en IA y redes neuronales.
Es cantante de sus bandas de hard rock solista y de Color Púrpura, y aprovecha su perfil en Neoteo para promocionarlas. Al menos hasta que se de cuenta el Sr. Director del sitio.

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