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Viajando en el tiempo

La idea es muy simple: imaginaremos que hemos sido capaces de construir una máquina del tiempo casi perfecta, con la que podemos viajar al pasado o al futuro. Solo tiene una pega, y es que los viajes no son “instantáneos”. Demoramos un segundo en recorrer -hacia adelante o hacia atrás- una año de historia. Te invitamos a subir a ella y comprobar que tan lejos en el tiempo se encuentran algunos acontecimientos claves de la historia del hombre y el universo.

Hace algunos días nos sorprendíamos analizando las enormes dimensiones del Sistema Solar. Hoy te invitamos a maravillarnos con un loco viaje al pasado, a bordo de una maquina del tiempo capaz de retroceder un año por segundo. ¿Que tiempo nos demandaría asistir al nacimiento de Newton? ¿Cuanto necesitaríamos viajar para ver extinguirse a los dinosaurios? Veremos que nuestro universo es tan antiguo, que aún en una maquina como esta no nos sería sencillo visitar el pasado. Pero aún así lo intentaremos.

Viajando en el tiempo

Desde 2011, tardaríamos unos cuarenta y tres segundos vemos la llegada del hombre a la Luna

Nos instalamos dentro de la cabina de nuestra máquina del tiempo, y nos preparamos para comenzar nuestro viaje al pasado. Nos lleva solo 11 segundos llegar al año 2000, el último del siglo pasado. Unos cuarenta y tres segundos después de iniciado el viaje, vemos de pasada como la humanidad asiste atenta a la llegada del hombre a la Luna. A los 66 segundos de haber partido, poco más de un minuto de viaje, vemos los destellos cegadores de las bombas atómicas arrojadas sobre Horoshima y Nagasaki. Transcurridos 1 minuto 39 segundos de viaje, las portadas de los periódicos informan del hundimiento del RMS Titanic, un buque considerado –erróneamente, claro está– como inhundible. Solo 9 segundos despues los hermanos Wright, Orville y Wilbur, dan un saltito con su Flyer 1. Prácticamente toda la tecnología que usamos proviene de un lapso de tiempo que nuestra máquina nos permite recorrer en unos dos minutos.

Cristóbal Colón descubre -sin saberlo- un nuevo continente.

Sir Isaac Newton, poseedor de una de las mentes más prodigiosas de la historia de nuestra raza, nació en 1642. Es decir, unos seis minutos y nueve segundos después de nuestra partida. Cristóbal Colón descubre -sin saberlo- un nuevo continente en 1492, lo que en nuestra escala temporal representa algo más de 8 minutos. Casi lo mismo que tarda la luz en viajar desde el Sol a la Tierra. Llegados a este punto, podemos creer que nuestra máquina nos servirá para recorrer -como mínimo- toda la historia de la humanidad. Veamos si es cierto.

Asistir al nacimiento de Cristo implica un viaje de unos 33 minutos. Nada que unos viajeros intrépidos como nosotros no puedan  soportar. Ver como los esclavos de los faraones transpiraban construyendo las grandes pirámides -como la de Keops- nos insume una hora y 17 minutos de viaje. Bastante poco, sobre todo si recordamos que se estima que fueron construidas unos 2600 años antes de nuestra era. Entusiasmados, decidimos visitar el mundo que conoció Lucy, uno de nuestros antepasados más famosos. Lucy, fue una hembra de Australopithecus afarensis, cuyos restos fueron descubiertos por Donald Johanson en 1974, en Etiopía. Los análisis indican que vivió hace unos 3.2 millones de años. A nuestra máquina del tiempo súper veloz, capaz de recorrer un año por segundo, le lleva unas 890 horas -más de 37 días- alcanzar ese punto. Comenzamos a pensar que en realidad no es tan veloz como creíamos.

Este simpático engendro desapareció hace 65 millones de años.

Decididos a comprobar su eficacia, nos lanzamos hacia el final del período cretáceo, una época de grandes catástrofes en la que se produjo la extinción de los dinosaurios (y de los ammonites), hecho que de alguna manera permitió que los mamíferos ganasen terreno y más tarde alguno de ellos evolucionase hasta poder construir una máquina del tiempo. El limite entre los períodos Cretácico y Terciario se encuentra a unos 65 millones de años de distancia. El viaje hasta la época de Lucy nos resultó agotador, pero en realidad fue casi un paseo: llegar al momento en que el Tiranosaurio Rex dió las hurras requiere de más de dos años de viaje, o lo que es lo mismo, unos 752 días. Los ammonites, que se fueron junto a los dinosaurios, habían aparecido en el  cuarto período de la Era Paleozoica -el Devónico- hace unos 415 millones de años. Llegar hasta allí nos insumiría un total de 13 años (y un par de meses). Eso significa que estos simpáticos animalejos pulularon por nuestro planeta unos 11 años (medidos con nuestra escala veloz), bastante más que los 37 días que nuestra raza lleva caminando de aquí para allá.

Si quisiésemos ver la formación del Sistema Solar no nos alcanzaría la vida.

Nuestra máquina del tiempo ha demostrado ser demasiado lenta para seguir explorando el pasado. Si quisiésemos ver la formación del Sistema Solar no nos alcanzaría la vida, ya que “recorrer” cuatro mil quinientos millones de años nos llevaría más de 142 años. Decididos a todo, volvemos al presente y viajamos mil segundos hacia el futuro en busca de una máquina más veloz. Nuestros descendientes han logrado evitar machacarse unos ha otros hasta desaparecer, y han conseguido desarrollar una máquina capaz de avanzar un milenio por segundo. Nos hacemos con una de ellas (por las buenas), y nos vamos a ver como se originó el Sistema Solar. 4500 millones de años son 45 mil siglos, por lo que la nueva máquina llega allí en “solo” 52 días. Envalentonados, decidimos asistir al nacimiento de nuestra galaxia, que tuvo lugar hace unos 14 mil millones de años. Aún viajando en el tiempo a razón de mil años por segundo, demoramos 162 días en llegar allí. Puede parece un viaje agotador, pero no es nada comparado con los 162 mil años que nos hubiese llevado realizar el mismo viaje con nuestra máquina del tiempo original. Como puedes ver, si alguna vez construimos una máquina del tiempo, necesitamos que sea realmente rápida para que nos sirva de algo. Caso contrario, solo podremos visitar épocas muy cercanas a la nuestra.

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Escrito por Ariel Palazzesi

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