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Olga, La Mujer Sin Cabeza: Uno de los trucos más perturbadores del siglo XX

Su popularidad se extendió por décadas enteras

Una de las atracciones que básicamente tomó por asalto a los circos, las ferias y los parques a principios del siglo pasado fue Olga, La Mujer Sin Cabeza. Con el paso del tiempo recibió nombres como Tina o Madame Yvette, pero su esencia se mantuvo intacta: Una mujer, aparentemente sin cabeza, que podía seguir instrucciones básicas y moverse mucho mejor que un robot…

Obtener el dinero de alguien no era nada fácil para el mercado del entretenimiento en las primeras décadas del siglo XX. En algunos casos se llegó a extremos que el mundo moderno hoy rechaza de pleno (el maltrato animal aparece al tope de la lista, y no podemos olvidar a los «fenómenos» de P.T. Barnum), pero uno de sus recursos principales era la ilusión.

Si nos detenemos a pensarlo por un momento, lo cierto es que engañar al grupo «ojos-cerebro» no es tan complicado, y una sorpresa genuina siempre vale un billete o dos. Si a eso sumamos un par de trucos mecánicos, sonidos, y una historia extraordinaria como soporte, el resultado era algo de lo que los visitantes hablarían durante semanas. Uno de los ejemplos más documentados es Olga, La Mujer Sin Cabeza.

Olga, La Mujer Sin Cabeza

«¡Está viva!»
El «doctor Heineman» con su asistente durante la presentación de Olga en Inglaterra, a mediados de los ’30

La historia nos dice que el acto de Olga llegó a los Estados Unidos en el año 1937, traído desde Hamburgo por un hombre que se hacía llamar «El Doctor Heineman», también conocido como Egon Heineman, quien se había trasladado a Inglaterra (donde había presentado a Olga originalmente) escapando de la «nueva» Alemania nazi.

Lo primero que veía el público era al doctor Heineman acompañado de un enfermero, pero antes conocían el «origen» de Olga, una chica de Hamburgo que terminó parcialmente decapitada en un terrible accidente mientras viajaba en el Orient Express.

Uno de los pasajeros en el tren era el «Doctor Landau» (una especie de análogo del doctor Frankenstein), quien había llevado a cabo diferentes experimentos con sistemas de soporte de vida. Landau logró salvar a Olga… pero en el proceso debió retirar su cabeza por completo. El resultado final estaba a disposición de los visitantes, por la módica suma de diez centavos de dólar.

Olga fue seguida por otras mujeres desafortunadas, como «Robin Marks», una actriz de Hollywood mantenida con vida gracias al «milagro de la ciencia»
Una de las tantas versiones en ferias locales
El escritor de misterio y mago Clayton Rawson decidió que su mujer decapitada enseñara un poco más de piel…

La apariencia de Olga era perturbadora: Una serie de tubos salía de su cuello, y estaba conectada a diferentes frascos con «comida líquida y suplementos» para mantenerla con vida. La gente quedaba particularmente impresionada al ver que Olga podía obedecer órdenes y moverse casi como una persona normal. La acción más común (tras una breve indicación del enfermero) era quitarse uno de sus guantes, y eso lograba quebrar la idea de que era un robot o un muñeco de cera.

La explosión de popularidad que tuvo el acto (gracias a su aparición en la Feria Mundial de 1939) provocó que otros eventos lo copiaran a toda velocidad. En diferentes lugares, Olga pasó a ser conocida como Tina, Robin, y la sofisticada «Madame Yvette», de quien tenemos un vídeo:

Ataque de Tiburones, Terror de las Profundidades, y la Mujer Sin Cabeza. Una fórmula poderosa. (?)
¿1.000 qué…?

El acto era convincente, y el público no se sentía estafado que digamos. Entonces… ¿cómo lo hacían? ¿Cuál era el mecanismo detrás de Olga, La Mujer Sin Cabeza? Imagino que los ojos entrenados de nuestros lectores ya deben haber detectado un detalle o dos, pero la explicación oficial es que el truco depende de dos espejos, colocados de modo tal que forman una «V».

Las varas horizontales brindan soporte adicional, y el punto de unión de los espejos queda oculto en la columna central con los tubos. Todo lo que tiene que hacer la actriz es colocar su cabeza detrás de la «V», mover sus brazos, y dejar que los espejos completen la ilusión.

Otras versiones de Olga le daban un torso falso (o sea que sólo los brazos eran reales), además de usar fondos oscuros y esconder las varillas horizontales elevando la silla o colocándola ligeramente en ángulo hacia atrás.

Espejos y ángulos, eso es todo

Otro dato muy llamativo sobre este truco es su vigencia. La información disponible sugiere que Olga y sus gemelas decapitadas aparecieron por última vez en Canadá hacia el año 1983, e incluso una versión estuvo presente en la edición 2002 del Ozzfest… que a decir verdad suena muy apropiado.

Para finalizar, me gustaría mencionar un acto basado en un concepto similar, aunque invertido. Se trata de Spidora, la Mujer-Araña, que presentaba el rostro de una bella mujer «conectado» al horrible cuerpo de una araña gigante. En lo personal me quedo con Olga, no porque tenga algo en contra de las arañas, sino porque su ilusión era mucho más elaborada.

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Escrito por Lisandro Pardo

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