El 30 de octubre de 1961, la Unión Soviética decidió reiniciar sus pruebas nucleares con una demostración de fuerza absoluta: Diseñada originalmente para desarrollar 100 megatones, la Bomba del Zar fue «limitada» a 50 megatones y construida en apenas cuatro meses, un logro técnico sorprendente considerando la inexistencia de detonaciones en ese nivel de rendimiento…
Calmando el fuego nuclear
El 31 de marzo de 1958, el Sóviet Supremo de la Unión Soviética aprobó la decisión de detener todas las pruebas nucleares bajo la condición de que otras potencias hicieran lo mismo. Al principio, el presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, dijo que el anuncio no era más que un simple truco: La Unión Soviética había realizado una serie de detonaciones recientemente, mientras que en occidente estaba todo listo para iniciar la operación Hardtack I.
Después de muchos intercambios y algunos programas que básicamente fueron ejecutados en «fast forward» (Hardtack II tuvo 37 detonaciones en un mes y medio), el 31 de octubre de 1958, los Estados Unidos, la Unión Soviética, y el Reino Unido negociaron una pausa temporal en todas las pruebas. Hardtack II-Titania había concluido un día antes, y los soviéticos se detuvieron el 3 de noviembre con la detonación de Joe 74.
El caos del ’61
La furia nuclear se detuvo 36 meses, y por un breve instante, el mundo imaginó una solución pacífica para la Guerra Fría… pero la destrucción de un avión-espía estadounidense sobre territorio soviético en mayo de 1960 complicó mucho las cosas. 1961 se convirtió en una caldera, con Yuri Gagarin «saludando desde el espacio» y la fallida invasión de Bahía de Cochinos en abril (ambos eventos separados por menos de una semana). Tres meses después, el 10 de julio de 1961 con exactitud, Nikita Khrushchev ordenó el inicio del proyecto para la creación de la Bomba del Zar. Un mes después, comenzó la construcción del Muro de Berlín.
En la superficie, el objetivo no era más que pura propaganda: La Unión Soviética buscaba transmitir la imagen de un oponente sólido. Khrushchev veía al nuevo presidente John F. Kennedy como un líder débil, pero lo cierto es que la capacidad de despliegue nuclear estadounidense era superior, con misiles Júpiter instalados en Turquía e Italia, apuntando a Moscú y otras ciudades. También había necesidades «puertas adentro», ya que la detonación debía coincidir con el desarrollo del 22do. Congreso del Partido Comunista, el último en contar con la presencia del Partido Comunista de China.
«La mía es más grande» vs. «Las mías son mejores»
El nombre oficial de la bomba era «Producto 602», pero también fue conocida como AN602, RDS-220, Ivan, Vanya, y «La Madre de Kuzka», una vieja expresión rusa equivalente a «enseñarle una lección» a alguien. El 30 de agosto de 1961, la Unión Soviética anunció el reinicio de sus pruebas nucleares, y obviamente, Estados Unidos siguió la misma línea. La diferencia parecía enorme: Mientras que los soviéticos hablaban sobre diseños de cientos de megatones, Operación Nougat (septiembre 1961 – junio 1962) tuvo la mayoría de sus pruebas bajo tierra, con un pico de 67 kilotones.
En la práctica, la Bomba del Zar era casi imposible de desplegar, y tanto el tiempo como los avances tecnológicos terminaron favoreciendo a una visión más «táctica», con sistemas MIRV cargando múltiples ojivas. Sin embargo, lo cierto es que Estados Unidos evaluó (en más de una ocasión) la construcción de dispositivos nucleares que podían llegar incluso al rango del gigatón. SAC (Strategic Air Command) quería bombas de 60 megatones, y los que saben una cosa o dos sobre Edward Teller («padre de la bomba de hidrógeno», un título más que disputado) recordarán que deseaba una «Super» desde el principio… pero esa es otra historia.
Fuentes: Bulletin of the Atomic Scientists, Restricted Data