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¡Afirman que el sentido de la vida es parar un huevo!

Huevos parados en Manhattan

Desde China hasta los EE.UU., pasando por Europa, a través de los años se han desatado “fiebres de parar huevos”. Tanto es así que hasta Einstein y Nikola Tesla estuvieron implicados. Muchos pseudo-cientistas lo asocian a la atracción gravitatoria de los planetas. La ciencia afirma que se debe a otra cosa. Pero en todos los casos surge el mismo planteo: ¿el destino del universo tiene que ver con un huevo puesto vertical?

Para el calendario solar chino, el año comienza el día del inicio de la primavera o “Li Chun”. Generalmente es el 4 de febrero. Según la tradición china, es en esa fecha cuando es más factible equilibrar un huevo sobre una superficie lisa. Como cuenta Martin Gardner en uno de sus escritos, ese relato se hizo conocido en los Estados Unidos en el año 1945, a partir de un artículo publicado en la revista The New Yorker.

Portada del New Yorker, cuando empezó la "fiebre de parar huevos".
Portada del New Yorker, cuando empezó la “fiebre de parar huevos”.

Según el artículo, “Por las ciudades (de China) se podían ver huevos frescos, con la cascara intacta, de pie sobre el pavimento, las mesas y otras superficies”. De a poco, los estadounidenses empezaron a vivir una especie de “fiebre de parar huevos“. Incluso hasta Albert Einstein estuvo implicado, naturalmente descreyendo del relato. Gardner cuenta incluso como los “creyentes” propusieron escribir la frase “Einstein está loco” con una serie de huevos “parados”. Sin embargo, la manía occidental de parar huevos fijó su fecha en el equinoccio de primavera del hemisferio norte, con la salvedad de que este ocurre aproximadamente el 21 de marzo, un mes y medio después de la verdadera fecha (esto no pareció importarle demasiado a los “paradores de huevos”).

La manía fue en crecimiento hasta hacer eclosión en 1983, en la isla de Manhattan. Donna Henes y sus seguidores fueron algunos de los artífices, y en ese año, miles de entusiastas se congregaron en la ciudad para la ceremonia de equilibramiento de huevos en el parque Ralph J. Bunche, frente al edificio de las Naciones Unidas: “El 20 de marzo, el Sol cruzó el ecuador exactamente veintiún minutos antes de la medianoche. En aquel instante (…) los huevos se equilibrarían fácilmente sobre su extremo ancho.”

Diversos análisis científicos incluyeron un estudio de la viscosidad de la clara del huevo, bajo la sospecha de que los “paradores” calientan los huevos antes de realizar su gracia, suponiendo que la yema de esa forma descendería para aportar un peso extra en la parte inferior. Sin embargo, esto no sucede. La teoría que se supone más válida refiere a que la superficie de la cáscara nunca es perfecta, y son estas irregularidades las que pueden funcionar como base sobre la cual el huevo puede mantenerse en pie. Gardner explica: “Que un huevo se quede en equilibrio o no depende de muchas condiciones, además de la firmeza de las manos. Los principales factores son la rugosidad del extremo del huevo y la rugosidad de la superficie sobre la que se coloca el huevo. Una superficie de hormigón, por ejemplo, es tan irregular que no resulta difícil encontrar un punto en el que se pueda equilibrar cualquier huevo.”

Monumento al huevo de Colón

¿Y cómo olvidarse del “descubridor” de América? Cuenta la historia (o la leyenda, vaya uno a saber) que Cristóbal Colón, una vez que hubo regresado de su primer viaje, fue invitado por el cardenal González de Mendoza a un banquete en su honor. Durante la cena, alguien, tal vez envidioso, comentó que la “hazaña” de Colón era una obviedad, ya que si alguien se dirigía con un barco hacia una dirección diferente, era claro que tarde o temprano encontraría tierra. Don Cristóbal, ofuscado, preguntó quién sería capaz “de poner un huevo de pie”. Nadie sabía cómo hacerlo; entonces Colón lo apoyó suavemente sobre la mensa teniendo cuidado de aplastar una pequeña parte de la cáscara. Esto formó una base sobre la cual el huevo pudo pararse fácilmente. Los demás se quejaron por el truco, y Colón les respondió que a cualquiera se le podía haber ocurrido esa solución, pero en ese momento solo él la había llevado a cabo. Al igual que su viaje.

Hasta Nicola Tesla, cuándo no, se metió con el tema, desarrollando su propio sistema eléctrico para el Huevo de Colón. Un sistema similar al de un motor eléctrico de inducción de tres fases, con un huevo (metálico) en el centro, el cual se pone vertical al hacer circular corriente por las bobinas.

La pregunta que nos hacemos es, ¿es tan bueno ser escéptico con las pseudociencias? Para el cierre nos quedamos con una frase de Donna, citada por Gardner. Tal vez una sensación como la que se describe no pueda ser alcanzada con los fríos números, ¿qué piensas?:

“Cuando cojo un huevo en ese momento preciso, siento como si el universo entero estuviera en la palma de mi mano. Y cuando se queda en equilibrio, cuando se queda ahí, resulta muy relajante. Me siento muy protegida. Es como si todo el universo funcionara bien.”

¡Hasta el próximo To bit!

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Escrito por Gianni Sabbione

Gianni Sabbione es editor literario, científico y músico. Como editor trabajó y trabaja en editoriales y medios internacionales de EE.UU., España y Latinoamérica. Es asesor en reorganización y automatización de áreas de IT e investigó en IA y redes neuronales.
Es cantante de sus bandas de hard rock solista y de Color Púrpura, y aprovecha su perfil en Neoteo para promocionarlas. Al menos hasta que se de cuenta el Sr. Director del sitio.

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