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El teorema del perro peludo

La forma en que se desarrollan los sistemas de vientos y tornados sobre el planeta

A menudo los científicos utilizan los ejemplos más extraños para explicarnos a los pobres mortales de a pie la forma en que funciona algún fenómeno natural. Uno de los ejemplos más interesantes es el denominado “Teorema del perro peludo”, que nos ayuda a comprender la forma en que se desarrollan los sistemas de vientos y tornados sobre el planeta, utilizando como analogía un perro peludo. ¿Sientes curiosidad? ¡Pues pasa y lee!

No debe ser tarea fácil para un científico intentar explicar a una persona no versada en ciencias la forma en que funciona el mundo. Sin utilizar complejas formulas matemáticas o aburridísimos teoremas resulta casi imposible demostrar cómo o pórque ocurren determinadas cosas. Pero algunos especialistas son extremadamente imaginativos, y encuentran siempre alguna analogía que les permita ilustrarnos sobre algún fenómeno sin que necesitemos previamente estudiar durante cinco o seis años física y matemática. Uno de los ejemplos más divertidos que hemos podido encontrar es el llamado “Teorema del perro peludo”. Veamos de que se trata.

Necesitamos un perro que tenga mucho pelo.

Imagina que tienes un perro. No un perro cualquiera, sino uno de esos que tienen largos pelos cubriendo su cuerpecito. Seguramente, como eres una persona muy limpia y ordenada, intentas mantener al animal lo más limpio y prolijo posible. Es probable que lo bañes casi a diario, y que pases largas horas peinando su pelo. Estas actividades parecen absolutamente alejadas de la ciencia, pero un científico siempre es capaz de ver un paso más allá y encontrarle a cualquier cosa una aplicación interesante.

Supongamos que tomamos al perro, lo atamos convenientemente (no queremos que a lo largo del experimento nos muerda), le cerramos de alguna manera sus fosas nasales, conductos auditivos, ojos, y cualquier otro (ejem) agujero que le encontremos. Cuando hayamos terminado, tendremos entre manos algo bastante parecido a una bola de pelos más o menos lisa (y bastante nerviosa). Si fuésemos científicos consumados, veríamos que desde el punto de vista geométrico hemos convertido a una hermosa mascota en el equivalente topológico de una esfera. Cuando un científico dice “equivalente topológico” quiere decir algo como que si el perro fuese de masilla o de goma, podríamos deformarlo hasta convertirlo en una esfera sin necesidad de cortarlo, agujerearlo o dividirlo.

Aclarado esto, volvamos a nuestro peludo amigo. Si tomamos un peine e intentamos peinarlo, veremos que por más que lo intentemos, jamás podremos emparejar todo el pelo sin que nos quede al menos un “remolino”. No importa cuántas veces lo intentemos ni lo nervioso que se ponga el perro: es imposible “peinar” una esfera sin que aparezcan sitios en los que existan remolinos. Ya puedes desatar al perro y destapar sus orificios. Es posible que quiera respirar.

Siempre en algún lugar del planeta habrá un ciclón o un tornado.

Bien, acabamos de hacer un descubrimiento científico absolutamente trascendental y casi sin darnos cuenta. Si en lugar de un perro tienes un planeta, y en lugar de pelos tienes una atmósfera, puedes ver como siempre en algún lugar del planeta habrá un ciclón o un tornado. En efecto, y salvo que no haya absolutamente ningún viento agitando la atmósfera en algún sitio (hecho que es prácticamente imposible), el sistema de vientos creará en alguna parte -a menudo en muchas- colisiones que originaran remolinos.

Estos remolinos podrán ser más o menos intensos según sean más o menos fuertes los vientos que los originan, pero estarán allí. Obviamente, hay otros factores que intervienen en la creación de tornados o ciclones, pero son bastante complicados y mucho menos entretenidos. Como puedes ver, hasta un simple perro puede ser útil para comprender la ciencia, solo es cuestión de imaginación.

Escrito por Ariel Palazzesi

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