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Japón deberá detener la caza de ballenas

Lamentablemente, no todas las novedades que provienen de tierras niponas son brillantes. La caza de ballenas mantiene a Japón y la comunidad internacional en aceras diferentes, y después de casi cuatro años de litigio, la Corte Internacional de Justicia le ordenó al país asiático detener su actividad en aguas antárticas, debido a que no se realiza con fines científicos.

Si obedecemos a la evidencia histórica disponible, el hombre ha cazado ballenas durante los últimos cinco mil años. No fue sino hasta el año 1986 que se instaló cierta prohibición simbólica sobre la caza de ballenas a nivel comercial, pero no hay ninguna clase de tratado adicional que refuerce dicha prohibición, y la Comisión Ballenera Internacional tampoco tiene la capacidad de aplicar sanciones. En consecuencia, algunos países han aprovechado ciertas fisuras legales para continuar con la caza. En el caso de Japón, las autoridades locales argumentan que se realiza con fines científicos (lo cual no está prohibido), mientras que diferentes organizaciones ambientalistas acusan a Japón de utilizar este factor como excusa para continuar su explotación comercial. En mayo de 2010, el gobierno australiano decidió llevar ese mismo reclamo ante la Corte Internacional de Justicia.

Ballenero japonés

Casi cuatro años después, la Corte finalmente falló a favor de Australia, en una votación de 12 a 4. El presidente de la Corte y juez Peter Tomka, declaró que Japón no logró probar que su persecución de cientos de ballenas (especialmente Balaenoptera bonaerensis o rorcual austral) en aguas antárticas bajo el programa llamado “Jarpa II” durante las temporadas de invierno, sea con propósitos científicos. Por este motivo, se le ordenó al país asiático interrumpir el programa, anular todos los permisos de caza en vigencia vinculados, y bloquear la emisión de nuevos permisos de forma efectiva e inmediata. Como era de esperarse, la delegación japonesa transmitió su decepción por el fallo a través de su portavoz Noriyuki Shikata, pero también aseguró que acatarán lo establecido, y que el resultado no afectará la relación bilateral con Australia, ya que a pesar de sus diferencias, ambos países mantienen una sociedad comercial muy importante. De acuerdo al gobierno australiano, Japón permitió la caza de más de diez mil ballenas desde que se estableció la prohibición.

Los activistas han celebrado la decisión de la Corte, y esperan un cese definitivo de la actividad ballenera japonesa en el Pacífico Sur, pero la historia no se termina aquí. La prohibición de la Corte es de carácter “temporal”, y nada impide que Japón cree un nuevo programa científico ajustado a los nuevos requerimientos internacionales, con el objetivo de reanudar la caza. Por otro lado, el fallo no afecta la actividad en el Pacífico Norte, sin olvidar que Noruega e Islandia mantienen firmes sus programas de caza comercial, ignorando la prohibición de la Comisión Ballenera. Una cosa sí es segura: La popularidad de los productos derivados de la ballena están en su peor momento, y tal vez sea eso lo que definitivamente ponga un fin a este conflicto.

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Escrito por Lisandro Pardo

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