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¿Cuál es la diferencia entre un reloj de 5.000 dólares, y otro de 85.000?

Mucho más que el dinero

El cronógrafo Omega Speedmaster Moonwatch es una maravillosa pieza de tecnología que cualquiera desearía tener en su muñeca, sin embargo, existen cinco mil razones que nos mantienen lejos de él. Ahora, si miramos de cerca al Patek Philippe 5170P, ese número se eleva a 85 mil. La pregunta es sencilla, y a la vez frustrante: ¿Qué poseen estos dos relojes para justificar semejante diferencia en sus precios? El canal Watchfinder & Co. en YouTube nos ayuda a entender este y otros detalles con un excelente vídeo.

Algunas personas coleccionan zapatos. Otras, botellas de vino. También podemos pensar en libros, pinturas, máquinas de escribir (Tom Hanks es un fanático), y por supuesto, relojes. ¿Acaso está permitido llamarlos «relojes»? Una vez que empezamos a entender el tiempo, el esfuerzo y la precisión que demandan ciertos modelos de alta gama, la palabra «reloj» se vuelve un poco… ordinaria, si se quiere. Esa idea se refuerza al estudiar precios. El Omega Speedmaster Professional Moonwatch (3573.50.00) cuesta cinco mil dólares, aunque ciertas tiendas en línea han llegado a ofrecerlo por cuatro mil. En la otra acera encontramos un Patek Philippe 5170P de 85 mil dólares… que no son nada en comparación con lo que valen otros modelos de esa misma compañía (toma asiento y busca «Grandmaster Chime» en Google).

80 mil dólares de diferencia. Entre 13 y 16 años de salario mínimo, dependiendo de la región. Si ambos cronógrafos son verdaderas bestias, ¿qué las puede separar más allá de los billetes? Bueno, la gente de Watchfinder & Co. nos da una verdadera clase. Al adquirir un Patek Philippe 5170P, el dueño recibe una carcasa de platino y diamantes en el dial, sin embargo, su verdadero poder está en el calibre. La manecilla de minutos en el cronógrafo del Omega «sufre» una especie de demora al momento de avanzar, pero en el Patek Philippe, el avance es instantáneo y limpio. Por otro lado, las ruedas del Omega tienen dientes simétricos y son más fáciles de fabricar (ya que permiten tolerancias más bajas), mientras que en el 5170P, los dientes reciben una configuración asimétrica en su ángulo.

Si eso no es suficiente, el resto de las diferencias se manifiestan a través del acabado. Todo en el Patek Philippe es procesado a ojo y a mano, algo escalofriante si consideramos que el calibre CH 29-535 PS tiene 269 partes. Los bordes son cortados a 45 grados, y los dientes se pulen individualmente aún en los piñones más pequeños. De hecho, un solo piñón requiere un procesamiento de 65 pasos antes de ser «aprobado». El calibre del Omega es fantástico, de eso no hay dudas, pero la obsesión de Patek Philippe es ubicarse en otra dimensión. Eso al parecer cuesta 80 mil dólares extra.

Escrito por Lisandro Pardo

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