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Project Natick: Microsoft utiliza el mar para enfriar sus servidores

A medida que las exigencias de los usuarios aumentan, la red de redes debe adaptarse incorporando más infraestructura. Los centros de datos son piezas críticas, y su instalación es extremadamente compleja por varios motivos. Uno de ellos es la refrigeración. Las grandes compañías consumen una enorme cantidad de energía sólo para mantener sus servidores en una temperatura adecuada, pero a través del llamado Project Natick, Microsoft estudia la posibilidad de utilizar al disipador más grande del mundo: El mar.

Uno de nuestros artículos más populares muestra el trabajo que Google llevó a cabo en el municipio finés de Hamina, lugar escogido para instalar uno de sus centros de datos. Lo más notable de este centro es que Google logró reciclar una vieja papelera y transformar parte de su infraestructura en un sistema de refrigeración líquida basado en agua de mar. La estrategia de aprovechar al máximo características locales con la misión de optimizar la eficiencia de un centro de datos es muy valiosa entre los grandes nombres que mantienen de pie a Internet, aunque siempre hay espacio para evolucionar. La gente de Microsoft ha reconocido el enorme potencial del mar como refrigerante, pero en vez de trabajar cerca de la costa, propone algo diferente: Instalar servidores bajo el agua.

 

El nombre oficial del proyecto es Natick, y durante un período que se extendió de agosto a noviembre del año pasado, el gigante de Redmond mantuvo en funcionamiento un «pequeño» centro de datos sumergido, a un kilómetro de la costa del Pacífico. El hardware utilizado es el mismo que podemos encontrar en una sala de servidores convencional, con la inevitable serie de modificaciones para adaptarlo a estas inusuales condiciones. El resultado final fue una especie de contenedor, bautizado Leona Philpot (nombre proveniente del universo Halo), equipado con todos los sistemas de intercambio de calor necesarios.

La refrigeración es apenas uno de los tantos beneficios que destaca el equipo de Project Natick. Cerca de la mitad de la población mundial vive a 200 kilómetros o menos del océano, por lo tanto, colocar centros de datos bajo el agua podría llevar a conexiones más rápidas, y con una latencia menor. Otro aspecto fundamental a considerar es el de la instalación en sí. Preparar a una de estas unidades requiere menos de 90 días, cuando la construcción de un centro de datos tradicional puede extenderse hasta 24 meses. De más está decirlo, reducir el mantenimiento es una de las claves en este proyecto, apuntando a intervalos de cinco años entre un reemplazo y otro. También existen dudas a futuro sobre el impacto ambiental, pero debemos recordar que los centros de datos están arrojando su exceso de calor a la atmósfera hoy, y consumen una gigantesca cantidad de energía. Si Natick demuestra ser más eficiente, bienvenido sea.

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Escrito por Lisandro Pardo

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