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Pushinka, una perra soviética en la Casa Blanca

Un adorable ejemplo de diplomacia en plena Guerra Fría

Pushinka

El año era 1960, y la Carrera Espacial se encontraba en uno de sus momentos más intensos. A mediados de agosto, los rusos lograron colocar en órbita «y» traer de regreso a las perras Belka y Strelka. Tras su retorno, Strelka tuvo seis cachorros, y decidido a compartir la bonanza con sus rivales estadounidenses, el primer ministro Nikita Khrushchev le envió a la familia Kennedy a Pushinka, quien además de convertirse en mascota oficial de la Casa Blanca, también protagonizó una historia de amor.

Belka y Strelka sobrevivieron 24 horas en la órbita terrestre, confirmando que se habían alcanzado las condiciones mínimas para enviar a un ser humano al espacio. Ocho meses después, Yuri Gagarin reclamó su lugar en la historia, pero la aventura de aquellas perras cosmonautas carga con un capítulo adicional.

Strelka tuvo una camada de seis cachorros con un macho llamado Pushok, que nunca viajó al espacio (sí participó de varias pruebas en tierra). Durante una cena de estado, el primer ministro Nikita Khrushchev le habló a la primera dama Jacqueline Kennedy sobre el nacimiento de esos bebés, y ese intercambio dio lugar a la llegada de una de las embajadoras más inusuales e irresistibles de la Unión Soviética en los Estados Unidos: Pushinka.

Una perra soviética en la Casa Blanca

El terrier Charlie y Pushinka, un combo explosivo en la Casa Blanca
El terrier Charlie y Pushinka, un combo explosivo en la Casa Blanca

Por supuesto, había una pizca de trolling en el obsequio de Khrushchev, porque Pushinka también servía como recordatorio de la ventaja tecnológica que tenía el programa soviético en ese momento, pero la familia Kennedy recibió con mucho gusto a la perra, y el propio presidente Kennedy le envió una carta a Khrushchev en agradecimiento, destacando que el vuelo de Pushinka a Washington «no fue tan dramático como el de su madre».

Otra excelente imagen de Pushinka y Charlie
Otra excelente imagen de Pushinka y Charlie

Lógicamente, Pushinka se robó media Casa Blanca, y el corazón de Charlie, el terrier galés de los Kennedy obsesionado con comerse los patos de la pequeña Caroline. Pushinka y Charlie se llevaron muy bien, a un punto tal que se transformaron en los padres de cuatro nuevos bebés conocidos como «pupniks», el mejor apodo que el universo le ha podido dar a un perro. ¿Sus nombres? Butterfly, White Tips, Blackie y Streaker.

¡PUPNIKS!
¡PUPNIKS!

¿Qué pasó con esos cachorros? La información disponible sugiere que más de 5.000 personas escribieron a los Kennedy para adoptarlos. Butterfly y Streaker fueron cedidos a dos niños del Medio Oeste (elegidos por la primera dama), mientras que White Tips y Blackie pasaron un tiempo en la casa de los Kennedy en Squaw Island, para ser entregados más tarde a amigos de la familia.

Algunos historiadores creen que tanto Pushinka como otros obsequios entre los mandatarios fueron fundamentales en el desarrollo de una base diplomática lo suficientemente robusta, y evitar así un conflicto irreversible. Tal vez tengan razón.



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Escrito por Lisandro Pardo

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