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Rocketmail: ¡Tu cartero es un misil!

Si alguien te cuenta que el servicio postal intenta repartir tu correspondencia utilizando como vehiculo un misil originalmente concebido para transportar una bomba nuclear de 2800 kilotones, seguramente piensas que está loco. Sin embargo, el gobierno de EE.UU., en 1959, intentó ponerlo en práctica.

Por increíble parezca, en 1959, un misil balístico intercontinental fue lanzado desde un submarino con 3000 piezas postales a bordo, por parte del U.S. Postal Service. A pesar de lo descabellado de la idea, que parece parte del argumento de una vieja película de James Bond, el misil y su carga llegaron a destino: un destacamento del ejército en Mayport, Florida. La crónica del evento no recoge declaraciones de vecinos o eventuales testigos de la llegada del “cartero”, pero no nos caben dudas que debió ser un evento digno de ser memorizado para contárselo a los niños que se portaban mal.

El misil despegó desde el USS Barbero.

Entre las tres mil cartas iba una muy especial. La había redactado el entonces Presidente Dwight D. “Ike” Eisenhower, como una manera de expresar su apoyo al proyecto. Luego del ¿aterrizaje?, el vocero del servicio postal, Arthur E. Summerfield, se apresuró a declarar que “antes que el hombre llegue a la Luna, el correo viajará desde Nueva York a California, a Inglaterra, a la India o Australia en horas, gracias a este sistema de misiles”.

En realidad, el proyecto tenía cierta lógica. Al fin y al cabo, no se trataba de otra cosa más que utilizar toda la tecnología que había hecho posible, en plena guerra fría, enviar 2800 kilotones de explosivos nucleares de una punta a otra del mundo, con una precisión de decenas de metros. Y la gente veía estas cosas como algo normal, de hecho, muchos de ellos habían sido animados por la propaganda a construir refugios antinucleares en el patio trasero. Seria un uso pacífico de la tecnología de la guerra. Summerfield, en declaraciones hechas al New York Times se alegraba del nivel de cooperación alcanzado entre el Departamento de Defensa y el Servicio Postal.

Cincuenta años más tarde, aquellas cartas mataselladas que viajaron a bordo del misil se cotizarían más que bien en el mercado filatélico. De hecho, es una práctica muy común que los vuelos experimentales o viajes espaciales transporten estampillas que son mataselladas en el espacio, y luego sean compradas a buen precio por los coleccionistas.

El sistema Rocketmail nunca se implementó. Es muy posible que algún general se haya despertado una mañana y descubierto que era bastante peligroso disparar cohetes de ese tamaño a cada rato y en todas direcciones. Y eso, sin contar el costo que tendría y la cantidad de vectores que habría que usar para que el servicio fuese útil: ¿de que servía que una carta cruzase el atlántico en menos de una hora, si el servicio sólo funcionaba una vez a la semana?

Los cohetes volverían a transportar correspondencia recién diez años más tarde, cuando los cosmonautas rusos, a bordo del Soyuz 4, recibieron de manos de sus camaradas del Soyuz 5 las cartas que le enviaban desde tierra. El Apolo 11 también transportó más de 200 piezas postales a la Luna, que una vez devueltas a la Tierra fueron compradas por coleccionistas.

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Escrito por Ariel Palazzesi

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