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Tesla liberó a todas sus patentes

El hecho de que un “regalo” proveniente de la industria automotriz se convierta en noticia nos da una idea del drástico cambio que necesita. Ahora, ¿es posible considerar a Tesla como parte de la industria tradicional? Si nos limitamos a los dichos y hechos de Elon Musk, la respuesta sería un contundente no. ¿Qué decidió hacer Musk esta vez? Liberar todas las patentes de su compañía.

El anuncio oficial de Elon Musk comienza con un detalle particular: Hasta el miércoles pasado, el lobby del cuartel general de Tesla en Palo Alto tenía una pared cubierta con las patentes de la compañía. Y la clave está en “tenía”. Las patentes han desaparecido de ese muro, “siguiendo el espíritu del movimiento open source para el avance de la tecnología eléctrica” destinada a la propulsión de vehículos. Las patentes de Tesla son ahora de libre acceso. Boom. ¿Acaso el mundo se volvió loco? ¿Hay un virus suelto que dispara el altruismo fuera de control en los humanos? Nada de eso. Elon Musk tiene motivos más que razonables para justificar su decisión, y la que está al tope de la lista nos toca muy de cerca: El sistema de patentes está roto, y alguien debe dar el primer paso para cambiarlo.

Tesla

La intención de Musk, que compartió con los medios a través de una teleconferencia, es iniciar un proceso muy agresivo de patentamiento de tecnologías relacionadas con coches eléctricos, y abrirlas al público. En esencia, esto es un ataque preventivo para evitar que otras compañías asuman una posición beligerante, y lo que nos agrada aún más, para dejar sin comida a los trolls. Musk declaró que “ninguna persona razonable” diría que el actual sistema de patentes es apto para fomentar la innovación. Otro aspecto llamativo es que admitió no saber el valor actual de las patentes de Tesla, pero dijo que cotizar patentes no es un método efectivo para juzgar el éxito de una compañía, algo que el resto de los gigantes probablemente sienta como un pinchazo de dolor en las entrañas.

En sus comienzos, Tesla patentó tecnología con la idea de impedir que los monstruos de la industria automotriz la duplicaran, y arrojaran toda su capacidad de producción sobre la compañía para sacarla del mercado. Lamentablemente, está sucediendo lo contrario: Las ventas de coches eléctricos entre estos monstruos es inferior al uno por ciento, cuando la producción anual de coches se está acercando a las cien millones de unidades. En otras palabras, el gran rival de Tesla no es una compañía específica, sino el coche con motor de combustión interna. Irónicamente, los vehículos eléctricos necesitan un shock, y Tesla acaba de darlo. Se acabaron las excusas y los caprichos. Es hora de dar vuelta la ecuación.

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Escrito por Lisandro Pardo

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