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Bully (Canis Canem Edit)

Bully fue un juego controversial apenas anunciado. La idea de que un estudiante fuese el abusón de la escuela, y que tal idea viniera de Rockstar, asustó al mejor parado. Rockstar no venía de una buena racha. El escándalo Hot Coffee le habia pegado más duro de lo que cualquiera hubiese pensado y significó una enorme pérdida económica (ya que tuvo que retirar de los negocios todas las copias para quitarles el código triple X). Además, comenzó a perder la confianza por parte de las instituciones, como la ESRB, que venían haciendo lo posible para que la censura no llegara al mundo de los videojuegos. Con un historial de juegos súper violentos sobre sus espaldas, entre los que se encuentra el macabro, macabrísimo, Manhunt, nadie confiaba en que Rockstar pudiera tratar un tema tan delicado (como la violencia en las escuelas) con la integridad necesaria. Para tranquilidad de los fanáticos de Rockstar, decimos: este es un juego de Rockstar, hecho y derecho. Para los padres preocupados, aclaramos: No tiene tanta violencia, sino –y más que nada- travesuras. En definitiva, nada que no se vea una tarde cualquiera por la televisión.



Abusones por doquier
Bully cuenta la historia de Jimmy Hopkins, un problemático adolescente de 15 años, cuya madre viuda se ha vuelto a casar. Jimmy es una molestia para la nueva pareja de tortolitos. Su conducta no es nada ejemplar y ha sido expulsado de su anterior colegio. Intolerante, y con el plan de hacer un crucero por el mundo, su madre decide internarlo en una de las escuelas más duras que se haya conocido: la Bullworth Academy. Siendo el chico nuevo de la institución, y con muchos compañeros violentos como él, Jimmy pronto descubre que es el blanco de todos los abusones. Pero nuestro amigo no se va a amilanar ante este hecho. ¡él va a poner las cosas en su lugar! Y lo tendrá que hacer, en un juego con estructura abierta, con muchas reminiscencias a GTA III.

Bully, como ya dijimos, tiene exploración abierta y se juega por misiones. Tiene una estructura narrativa por capítulos y, simplificando un poco, en cada capítulo debemos demostrar a cada una de las facciones de la Academia que somos dignos de respeto.
Pero no todo es correr de un lado para otro cumpliendo misiones. Como todo estudiante, tenemos que acudir a clases. Nuestro día comienza siempre a las 8 de la mañana. A las 9 tenemos la primera clase. La segunda comienza a las 13 de la tarde. Finalizada la misma, tendremos un buen rato para hacer cosas. Las luces, como en toda cárcel, se apagan a las 23 horas. Hay mucho tiempo para hacer travesuras y poner a todo el mundo en su sitio. Lo interesante de Bully es que las clases no son aburridas para nada. Están representadas como minijuegos, y siempre aportan algo a la experiencia de juego. Por ejemplo, pasar con éxito las clases de química (o sea, jugar bien a los minijuegos de la clase de química), nos obsequia con petardos y demás explosivos para hacer de las nuestras. Ir al gimnasio, y hacer las cosas bien, significa que aprender nuevos golpes y mejorar nuestra destreza física. Al pasar todas las clases, tendremos vía libre para faltar cuando queramos y encarar más misiones.
Y hablando de misiones, hay que decir que están todas muy bien pensadas, son muy entretenidas, y no muy difíciles. Algunas nos enfrentan a bandas de estudiantes, a puño limpio, sea sobre un ring o al estilo callejero. Otras nos ponen del lado de los maestros. Ayudar al perverso y cachondo profesor de gimnasia a tener las pantaletas de sus alumnas preferidas o evitar que el alcohólico profesor de inglés sea descubierto bebiendo en las aulas, entre otras cosillas igual de desagradables, son cosa común en Bully.



Entre los botones, además de los dedicados al combate, tendremos uno de interacción social. Estos sirven, entre otras cosas, para rogar clemencia, para convencer a otros estudiantes a luchar de nuestro lado y para besar chicas, en un largo etcétera.
Bully luce muy bien para tratarse de un juego de PlayStation 2. Tiene buenas animaciones, los modelos están bastante bien detallados y no tiene grandes pérdidas de velocidad.
Y, lo que es más, las voces son un gran complemento para el juego. Están muy pero muy bien actuadas, dignas de Rockstar, y -en conjunto- dan una sensación fílmica muy interesante.
Lo increíble del juego es la atmósfera que logra. El clima académico es totalmente creíble. Y más creíble se vuelve a medida que vamos viendo los oscuros secretos de cada uno de los personajes y los trapitos sucios se van sacando a luz.



Bully, como habíamos comentado, no es un juego en extremo violento. Si bien sí hay golpes, piñas, patadas y explosiones (de petardos), la mayoría de las armas son inocentonas: bombitas de olor, gomeras, polvo pica-pica y cañones de papas, entre otras cosas. No hay muertes en el juego, y las peleas (aunque cruentas), no llegan al nivel de violencia de otros títulos de Rockstar. De todas maneras, y decisivamente, este no es un juego para niños, ni mucho menos. Pero se nota un gran esfuerzo por parte de Rockstar para contenerse, para no dar lugar a las críticas, para no generar demasiado escándalo. Por ejemplo, en Florida, Estados Unidos, el juego trató de ser prohibido. El juez a cargo del caso, Jack Thompson, decidió que “no hay nada en este juego que no pueda verse todas las noches por televisión”. Increíblemente, y a pesar de toda la controversia acumulada, Bully salió con la calificación Teen (Adolescentes). Así que, créannos, no es tan grave. O, en todo caso, no es nada que no hayamos visto (o vivido) en nuestra propia juventud.

Calificación: 90%

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