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Internet global, y los 4.000 satélites de Elon Musk

Como si no tuviera suficientes superproyectos en sus manos, Elon Musk, número uno de Tesla y SpaceX, sigue con su idea de llevar Internet a las regiones más aisladas del globo, y por qué no, establecer al mismo tiempo un nuevo competidor entre los proveedores tradicionales. La clave detrás de ese sueño es colocar cuatro mil satélites en órbita, para lo que Musk ya ha solicitado un permiso oficial a la FCC estadounidense que habilite el inicio de las pruebas. De más está decirlo, no se encuentra solo en semejante aventura…

Todos estamos de acuerdo en que la falta de información puede tener consecuencias muy serias. Dentro de ese grupo es posible colocar cosas como salud, alimentación, educación, ciencia, transporte, seguridad, prevención (de todo tipo), economía, política… y la lista sigue. Para algunos, expandir e incrementar el acceso a la información es una de las prioridades más importantes. Otros, entre los que se destaca Bill Gates, creen que es más crítico cubrir necesidades elementales, como el acceso a agua segura o la cura para la malaria. Se trata de un debate complejo, con argumentos poderosos de ambos lados, pero eso no impide que puedan avanzar en su visión. Lo que nos trae aquí hoy es efectivamente información, o la esperanza de acceder a ella desde cualquier parte, y la historia gira hacia nada menos que Elon Musk.

4.000 satélites en cinco años… ¿podrá?

Su plan fue presentado oficialmente a comienzos de este año: 4.000 satélites en órbita baja, servicio inicial dentro de los próximos cinco años. El proceso para obtener los permisos necesarios es extremadamente complejo, y no debemos olvidar que la ITU aplica el concepto de «First-Come-First-Serve», o sea que Elon Musk ya tiene competencia, y me refiero a la constelación OneWeb, que tiene detrás a Virgin Galactic y otro multimillonario/visionario llamado Richard Branson. SpaceX solicitó permiso a la FCC para iniciar pruebas con dos unidades, MicroSat 1a y 1b, que serán colocados en órbita baja utilizando un cohete Falcon 9, permaneciendo a 625 kilómetros de la superficie terrestre por un plazo que se ubica entre los seis y los doce meses.

Además de los proyectos competidores y el costo general de esta constelación (Musk dijo en enero pasado que calculaba unos diez mil millones de dólares), también es necesario considerar los desafíos técnicos. Las órbitas bajas solucionan (en parte) los problemas de latencia en las conexiones satelitales, pero son intercambiados por resistencia atmosférica, y el detalle de que un satélite más cerca de la Tierra tiene «menos cobertura». Aún así… no estaría tratando de de hacer algo como esto si no tuviera los mecanismos y los recursos para superar cada obstáculo. ¿Podrá Elon Musk triunfar donde los demás fracasaron?

Escrito por Lisandro Pardo

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