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To bit or not to bit: ¡Revelan los trucos para lograr la felicidad!

¿Quieres ser feliz de forma rápida y efectiva? ¿Quieres ser la envidia de tus amigos y familiares? ¿Ser el alma de las fiestas? En esta, la última nota de la serie “felicidad sintética”, accedemos al pedido masivo de nuestros lectores y brindamos detalles de cómo funciona ese mecanismo por el cual si tu deseo es A pero consigues B, puedes sentirte igual de bien. ¡Un To bit para no perderse! ¡Léelo ya!

Para resumir en pocas palabras, en esta serie de artículos hablamos acerca de que, en general, no importa en qué situación nos encontremos, nuestros niveles de “felicidad” son los mismos. En nuestra nota anterior poníamos un ejemplo específico de un estudio que comparaba lo que sucede, después de un tiempo, con ganadores de la lotería y con quienes quedaron parapléjicos a causa de un accidente, con valores de percepción de placer en el día a día similares. En el primero de los casos funcionaría lo que llamamos “felicidad natural” (conseguir lo que buscábamos) y en el segundo la “felicidad sintética” (conformarnos con lo que tenemos). Digamos que es la prueba científica de que “el dinero no hace la felicidad”.

“Los niveles de felicidad de la población no dependen de sus niveles de ingresos”. Comparativa de países. (Tomado del libro ‘Valores humanos y creencias’, de Ronald Inglehart.

Detallemos algunos de los motivos por los que esto se produce. Las teorías de los niveles de adaptación hablan de dos conceptos básicos: contraste y habituación

El contraste se determina como un evento distintivo y que afecta a distintos aspectos de la vida. En nuestro ejemplo, ganar la lotería constituye un punto de comparación fuertemente positivo. Sin embargo, eso al mismo tiempo constituye un salto hacia arriba en los niveles de adaptación del individuo, por lo que, instantáneamente, muchos eventos comunes pueden pasar a ser menos disfrutables en relación a la importancia que tenían en experiencias pasadas. Ganar millones va a hacer posible acceder a nuevos placeres, al tiempo que hace que los anteriores se vean como menos disfrutables, resultando en una suerte de compensación en el nivel general de “felicidad”.

De manera opuesta, quienes sufren un fuerte golpe de mala fortuna, como el de quedar parapléjico en un accidente, se enfrentan a un fuerte contraste que eleva la percepción positiva de los eventos mundanos, ya que estos comienzan a anclarse comparativamente con lo negativo de la nueva situación.

El segundo concepto, el de habituación, funciona en conjunto con el contraste. Con el paso del tiempo, la excitación producida por haber ganado la lotería se irá diluyendo. Si las situaciones diarias se juzgan en función de las experiencias pasadas, de a poco los nuevos eventos positivos dejarán de tener impacto ya que estos se verán opacados por el nuevo estándar que fue establecido al momento de ganar el premio. En resumen, los ganadores de una gran cantidad de dinero se acostumbrarán a los nuevos placeres permitidos por su nuevo nivel económico. Estos nuevos placeres, con el correr del tiempo, iran viéndose cada vez como menos intensos y contribuirán cada vez menos al nivel general de “felicidad”. Lo mismo sucede en forma inversa con las víctimas de accidentes.

Los investigadores también agregan información adicional con explicaciones al porqué de este tipo de situaciones en apariencia paradojales. En el caso de los ganadores de la lotería, hay evidencia concreta suficiente que muestra el alto nivel de estrés que se genera ante un fuerte cambio repentino en los niveles de ingreso. Ni hablemos de los parientes que nos van a venir a pedir dinero.

Antiguas historias ya hablan de este tipo de situaciones, como el Aprendiz de Brujo, Fausto o el Rey Midas, donde se nos advierte que cumplir nuestros sueños puede generarnos más problemas que los que soluciones.

Otros estudios relacionan específicamente el displacer con un alto grado de apego por el consumismo y un alto nivel de ingresos, como el estudio de Tim Kasser, El elevado precio del materialismo: “No solo es innecesario tener un elevado nivel de ingresos y consumo para la felicidad y el bienestar, sino que está además asociado con una serie problemas psicológicos y físicos: genera altos niveles de ansiedad y depresión, inseguridad personal, comportamientos antisociales y desórdenes de personalidad. (…) Con el agregado de que los sentimientos positivos que provienen de las adquisiciones materiales generalmente son de corto plazo.”

La opinión de los lectores

Los aportes de los lectores a esta sección son cada vez más importantes, tanto que se está poniendo más interesante leer los mensajes que la nota (voy camino a conseguir mi objetivo de ganar dinero sin trabajar, jeje). Como el tiempo es tirano, desde ya pedimos disculpas, ya que no podemos incluirlos a todos. (Nota adicional: en este caso, donde dice “lectores”, deberíamos leer “escritores”.)

Qué decir si no del lector BestmanPi, que nos aportó una jugosa reflexión en la que postula que somos los creadores de nuestra propia felicidad porque, en suma, somos los creadores de nuestra propia realidad. Lo secundaron otros como John, Nelson CB y Triak, y terminaron todos discutiendo de indeterminación cuántica y otras lindezas. Tema muy interesante, y candidato para una futura nota.

Después, Droguiman0 plantea algo que nos ha dejando pensando: si el hecho de conocer “la felicidad sintetica” y diferenciarla de la “natural” no devalúa la primera. Slayer postula, ya que en cualquier situación podemos ser felices, si tiene sentido plantearse meta alguna y trabajar por conseguirla. Buena pregunta: tal vez no tenga sentido, pero se me hace que todo sería muy aburrido… También nos recuerda esta frase de Stephen Hawking, con respecto a su enfermedad, todo un ejemplo de felicidad sintética: “Mis expectativas se redujeron a cero cuando tenía 21. Todo desde entonces ha sido un bonus”.

Por otra parte, tanto Guillermo como Regedit y Leandro lo resumen muy bien planteando que, sin dejar de buscar la felicidad natural, se puede ser feliz con lo que se tenga en cada momento. CrudaVerdad nos cuenta una interesante “fábula moderna” que muestra cómo alguien puede ser más feliz no teniendo algo que teniéndolo. AleXXX plantea si no será que, dentro de cada situación, lo que varía nuestro nivel de felicidad sea nuestra actitud. Pues claro que influye. Mtqhatos sostiene con razón que en muchos casos es negativo dejarse llevar por la máxima de que todo tiempo pasado era mejor, como por ejemplo decir que antes éramos más felices.

Y se nos acaba el tiempo… pero no puedo cerrar esta nota sin hacer referencia a los comentarios más importantes: los de los lectores que elogian esta sección: LeandroSfdxPeterNelson CBNombreDroguiman0Slayer…  ¡Sí! ¡Más elogios! ¡Nuestro ego los necesita! ¡Esos son los lectores que queremos!

¡Hasta el próximo To bit!

Escrito por Gianni Sabbione

Gianni Sabbione es editor literario, científico y músico. Como editor trabajó y trabaja en editoriales y medios internacionales de EE.UU., España y Latinoamérica. Es asesor en reorganización y automatización de áreas de IT e investigó en IA y redes neuronales.
Es cantante de sus bandas de hard rock solista y de Color Púrpura, y aprovecha su perfil en Neoteo para promocionarlas. Al menos hasta que se de cuenta el Sr. Director del sitio.

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