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Trailer – Max Payne: La película

El primer trailer de Max Payne ya está recorriendo Internet. Y uno no puede dejar de preguntarse, entre muchas otras cosas: ¿Qué hace ese bicho volador en el medio de la trama? ¿Cuándo vimos en Max Payne un elemento sobrenatural? ¿Esta gente jugó el videojuego antes de escribir el guión? ¿Mark Wahlberg no era gay?  Preguntas del geek interno que todos tenemos dentro y nuestra opinión del caso. Un artículo para leer con esta desoladora (y formidable) música de fondo de la banda de sonido de Max Payne 2: The Fall of Max Payne (nunca mejor dicho).

La cuestión es simple. La película de Max Payne ya existe, y tiene múltiples reversiones. Existía ya cuando Charles Bronson se pusiera en su papel de vengador anónimo en la clásica Death Wish (El justiciero de la ciudad, 1974). Y existió desde mucho antes, si nos remontamos a las raíces del policial negro (noir como le llaman los intelectuales). Sin ir muy lejos en la historia del cine, películas como Sin City (2005) o Shoot ‘Em Up (2007) sirven de ejemplo. Después de todo, Max Payne, el videojuego, es un homenaje a esos filmes oscuros y violentos, donde la venganza y el romance son parte central de la trama. Y si, además, entre muchísimas otras, tenemos películas como The Punisher (sea la versión de 1989 con Dolph Lundgren o la de 2004 con Thomas Jane como Frank Castle), Camino a la perdición (2002), Payback (1999, con Mel Gibson) y El Cuervo (con el genial, ya difunto, Brandon Lee), la pregunta es lógica. ¿Realmente necesitábamos una película de Max Payne? La respuesta después del trailer.

¿Hace falta una película de Max Payne cuando Max Payne es un videojuego basado en películas del género? Tal vez, ¿por qué no? Lo que no hace falta es una película de Max Payne con un bicho volador (símil harpía) que no tiene absolutamente nada que ver con el juego. Mucho menos una película de Max Payne que tenga al blandengue de Mark Wahlberg como protagonista.

¿Quién hubiese quedado mejor? Clive Owen, sin dudas. Su papel en Shoot ‘Em Up es idéntico al arquetipo Max Payne. Comparemos.

Sí, sí. Somos de esos que dicen: "La película de Peter Jackson no respeta la trilogía literaria de El Señor de los Anillos." Max Payne fue un título que forjó un antes y un después en el desarrollo de juegos, y merece respeto. El Bullet Time (o efecto Matrix, como se lo llamó luego), no existía hasta entonces. Y hoy no hay juego de acción que no lo incluya. La historia nos voló la cabeza. Los gráficos fueron lo mejor en su época. ¡Y Max Payne 2: The Fall of Max Payne! ¡POR DIOS! ¡Orgásmico! ¿Otra comparación?

Shoot ‘Em Up vs. Max Payne 2

Y sí, uno -por más paciencia que le ponga- se cansa de que le bastardeen iconos de su cultura. La industria del cine y la de los videojuegos ha probado ser incompatible. Desde la espantosa Super Mario Bros.(1993) hasta Hitman (2007), no son muchas las que se salvan (Silent Hill, pero pocas más). Las únicas buenas han sido las realizadas por los fanáticos que, con poquísimo presupuesto, logran mejores resultados que Hollywood. Mira, sino…

En fin… Max Payne: La película, por si todavía te interesa, sucederá tres años luego de que la familia de Max fuera asesinada. La policía nunca dio con los sospechosos hasta que comienza una serie de asesinatos que tienen muchas similitudes con la tragedia de Payne. Allí, el policía entra en acción y se las deberá ver con… ¡un pájaro! WTF!?

El filme se estrenará el 17 de octubre de 2008 y fue dirigido por un tal John Moore, responsable de la atroz remake de La Profecía (2006), la mediocre Detrás de las líneas enemigas (2001) y las desconocidas Jack’s Bicycle (1990) y He Shoots, He Scores (1995). ¿Para qué contratar a un Walter Hill, a un Robert Rodriguez, a un John Woo, no? Fox es la productora responsable, así que ya sabes a quien dirigir tus mails de odio. Para colmo de males, no hay señales del juego Max Payne 3. De hecho, Remedy todavía nos debe el tan anunciado Alan Wake, así que poco consuelo vamos a tener… O tal vez nos equivoquemos y sea un clásico del cine de acción. Tener esperanza no cuesta nada. El problema es la decepción.

Y tú, a todo esto, ¿qué opinas?

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