Menu
in

Adam: El primer robot científico

Un equipo de científicos británicos ha anunciado con bombos y platillos la creación de un robot que, según afirman en un informe publicado en la revista Science, tiene una IA lo suficientemente avanzada como para hacer descubrimientos científicos por su cuenta. Ha recibido el nombre de Adam (Adán) y podría ser el primer avance real hacia un escenario en el que tengamos robots y humanos trabajando juntos en los laboratorios.

En general, los robots se han encargado de realizar todo el trabajo duro que nosotros no podemos (o no queremos) hacer. Sus trabajos consisten en tareas como limpiar el interior de un reactor nuclear -sitio que un humano seguramente no querría visitar- hasta el duro trabajo en una cadena de montaje de automóviles, pasando por la visita a casi todos los planetas del Sistema Solar. Cuando un trabajo es muy arriesgado o resulta imposible para un humano, enviamos un robot a hacer la tarea. Pero el ámbito intelectual, el de la creación de teorías o el diseño de nuevas tecnologías hasta hoy estaba reservado al hombre. Adam (Adán), es un sistema informático diseñado por científicos del Consejo de Investigación Biotecnológica y Biológica del Reino Unido, ideado para cambiar esta situación.

“Adán” todavía es un prototipo, pero el equipo que lo creó ya está pensando en fabricar el segundo de la serie, al que llamaran “Eve” (Eva). No, no están pensando en mandarlos a la cama juntos para crear más robots, simplemente se trata de seguir avanzando por  un camino que promete revolucionar la investigación científica. El director de la investigación, Ross King, de la Universidad galesa de Aberystwyth, explica que Adam es un especialista en ingeniería genética. En una de las pruebas, el robot logró completar lagunas existentes sobre algunas enzimas del código genético de la levadura de cerveza (Saccharomyces cerevisiae). De forma totalmente automática –solo necesita ayuda humana a la hora de añadir materiales o retirar los desperdicios- llevó adelante todos los pasos necesarios para la concreción de los experimentos biológicos, diseñando el crecimiento de las muestras en platos y midiendo luego todos los parámetros implicados en el proceso.

Por supuesto, el trabajo fue debidamente reproducido por científicos humanos, que duplicaron el análisis de los 20 genes en los que trabajó Adam, verificando que la máquina no había cometido ni un solo error. Adán y Eva serán de gran utilidad para los científicos que buscan nuevas medicinas para diversas enfermedades. El objetivo final es, de alguna manera, automatizar la ciencia.  “En última instancia, buscamos tener equipos de humanos y robots trabajando juntos en los laboratorios”, afirma Ross King, director del proyecto en la Universidad de Aberystwyth. Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (CSIC), dice que necesitamos este tipo de robots para poder seguir avanzando en el desarrollo de nuevas teorías. “La cantidad de datos que deben analizar los científicos es cada vez mayor y llega un momento en que procesarlos es imposible para un humano”, explica. “En el caso del Large Hadron Collider (LHC), por ejemplo, la inteligencia artificial puede facilitar el trabajo encontrando patrones perdidos entre las enormes cantidades de datos que produce el acelerador, ayudándonos a deducir si hay o no señales de la existencia bosón de Higgs”.

Los diseñadores de Adam afirman que los resultados obtenidos por la máquina “son modestos, pero no triviales”. El robot fue capaz de llevar adelante cada etapa del proceso de investigación sin ninguna clase de intervención humana. Planteó la hipótesis sobre qué genes de la levadura codificaban determinadas enzimas, diseñó los experimentos necesarios para comprobar la validez de su planteo, los llevó a cabo dentro de un laboratorio automatizado y finalmente interpretó correctamente los resultados.

Realmente el trabajo realizado por Adán  no está nada mal, especialmente si tenemos en cuenta que se trata del primer robot de este tipo que se construye, aunque no resulta demasiado excitante para los científicos del laboratorio los trabajos que deberán realizar en el futuro: alcanzar cosas y retirar los desperdicios que produce el funcionamiento de un robot. Parece que las tareas a realizar, finalmente, se están invirtiendo.

Escrito por Ariel Palazzesi

Leave a Reply