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La física de conducir en la nieve: Cómo conducir sobre terreno nevado

Para lograrlo, primero debemos conocer sus detalles

conducir en la nieve

Conducir en la nieve no es algo que debamos tomar a la ligera. Más allá de nuestra habilidad bajo condiciones óptimas, la nieve demanda un nivel de atención muy superior, porque además de no cooperar, también puede esconder aspectos muy negativos del camino. Entonces, ¿por qué el coche se siente como si estuviera patinando en jabón? Todo se reduce a una combinación de fuerzas G, adherencia, y la influencia de la nieve sobre esta última propiedad. Una vez que asimiles esos datos, conducir en la nieve será una experiencia más segura.

A juzgar por los comentarios de mis contactos, el hemisferio norte atraviesa una temporada de frío estilo Frostpunk, mientras que en el hemisferio sur están envueltos en llamas. Dejando a un lado cualquier reclamo sobre cambio climático, el punto es que debemos seguir viviendo y trabajando como cualquier otro día, sólo que adaptándonos a la hostilidad del clima. Eso significa que hay muchas personas allá afuera obligadas a conducir en la nieve, una práctica que en lo personal trataría de evitar. ¿Por qué hay un cambio tan importante aún entre un suelo mojado y terreno nevado? La mejor forma de responder a eso es estudiando la física de conducir en la nieve, y el vídeo del canal Engineering Explained hace una excelente tarea:


Cómo conducir en la nieve


Fuerzas G y adherencia. Cuando estás en tu coche detenido, la fuerza de gravedad de la Tierra «tira hacia abajo», el equivalente a 1G. En montañas rusas y otras atracciones similares, las fuerzas G son más intensas, a un punto tal que varias personas han sido sacadas de ellas completamente desmayadas. Ahora, los neumáticos de tu coche no pueden escapar a la física, y en condiciones de piso seco soportan hasta 1G en todas direcciones antes de deslizarse. El vídeo nos ayuda a visualizar un «círculo de tracción» que define la influencia de 1G. Cuando el piso está mojado, ese círculo se hace más pequeño, y el límite pasa a ser de 0.7G. Esto es aún peor en la nieve, y con apenas 0.3G el coche perderá el control. Finalmente, el escenario más adverso es el del hielo. Toda aspiración a una conducción estable desaparece con 0.15G. Acelerar, frenar, doblar en una esquina, no importa. Si excedes ese círculo de tracción, estarás en problemas.


La diferencia entre el piso seco y la nieve es impresionante

Otra forma de visualizarlo es a través de la distancia de frenado requerida si te mueves a 48-50 kilómetros por hora:

  • En piso seco, necesitarás unos 9 metros para frenar por completo.
  • Si el asfalto está mojado, la distancia sube a 13 metros.
  • En la nieve el salto es impresionante, llegando a 30 metros.
  • El hielo esencialmente duplica a la nieve con 60 metros.
30 metros a 50 kilómetros por hora no es poca cosa…

Sin embargo, todos estos cálculos empeoran con la velocidad. ¿Por qué? Porque la distancia de frenado es una función de la velocidad al cuadrado, o sea que la distancia se multiplica por cuatro:

  • A una velocidad de 100 kilómetros por hora, se recomienda 36 metros en piso seco.
  • Para piso mojado, la distancia se extiende a 52 metros.
  • La nieve revela todo su riesgo asociado con 120-121 metros.
  • 244 metros para el hielo.

A la hora de doblar en una esquina, es muy importante considerar el radio de la curva. Imaginemos un radio de 9 metros: Con el asfalto seco, la velocidad máxima es de unos 33 kilómetros por hora. El piso húmedo nos obliga a bajar a 29 Km/h. Con nieve, el máximo es de 19 Km/h, y al conducir sobre hielo, no deberíamos exceder los 12-13 Km/h.


Las amplias diferencias entre un neumático de uso general, y un neumático de invierno

Con toda esa teoría en la mesa, las recomendaciones sobre cómo conducir en la nieve de forma más segura se reducen a cuatro puntos:

  1. Optimiza el «círculo de tracción». Esto se logra instalando neumáticos de invierno, especialmente preparados para transitar en entornos fríos, con hielo y nieve. Ahora, el uso de esos neumáticos no significa que el conductor puede relajarse en la nieve. Todo lo contrario: Lo único que hacen es mejorar el margen de seguridad. Nadie es más habilidoso por tener neumáticos de invierno, y las fuerzas G no se van a ninguna parte.
  2. La conducción no sólo debe ser más lenta, sino suave también. Cualquier acción rápida y/o dura en el volante, el acelerador o los frenos perjudica la estabilidad del vehículo, perdiendo tracción en el proceso. La reducción general en la velocidad es inevitable por las condiciones climáticas, pero vale la pena recordarla.
  3. Aumenta el tiempo y la distancia que te separa de un vehículo delante tuyo. Espera lo mejor, prepárate para lo peor, y no olvides el factor sorpresa. En condiciones normales, 3 o 4 segundos suelen ser el promedio, pero al conducir en la nieve o el hielo, deberías pensar en 8 segundos o más. Eso te dará un margen lo suficientemente amplio para responder de forma adecuada.
  4. Si la nieve es muy profunda, mantén al coche en movimiento. Por supuesto, tienes que frenar cuando sea necesario, pero lo último que quieres es terminar atrapado y abusar del acelerador tratando de salir. Si ves un semáforo en rojo a la distancia, es preferible reducir más la velocidad para dar tiempo al cambio y seguir en movimiento.

Como siempre, la solución ideal es no conducir en la nieve, pero si no tienes alternativa, esperamos que esto te ayude.

Escrito por Lisandro Pardo

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