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¿Deben los ordenadores aprender a olvidar?

El constante aumento en la velocidad de los procesadores y la disponibilidad del espacio de almacenamiento -a costos casi irrisorios- , ha logrado que la capacidad de “recordar” grandes volúmenes de datos (algo sumamente complicado para los humanos), sea un juego de niños para los ordenadores.Viktor Mayer-Schönberger, profesor de Harvard, argumenta que esta característica le está haciendo mal a nuestra sociedad, y propone crear mecanismos para solucionar este problema, creando una especie de “era del olvido”.

Nuestro cerebro ha sido capaz de olvidar durante miles de años. ¿Cómo puede afectar a nuestra sociedad un mecanismo que evite esta aparente deficiencia de los humanos? Viktor menciona a la capacidad de búsqueda de Google, las miles de fotos de familiares que cada uno posee, cientos de libros, información crediticia, bases de datos gubernamentales, emails y muchos ítems más como ejemplos de mecanismos que impiden que olvidemos.

“Lo que lo hacemos con estos datos puede volverse contra nosotros años más adelante. Si se preservan todos nuestros comentarios impulsivos, pueden ser combinados fácilmente en un cuadro compuesto de nosotros mismos,” dice. Y agrega que está “asustado de la manera en que nuestras palabras y acciones se pueden interpretar dentro de varios años, fuera de su contexto. La imposibilidad de olvidar puede hacer que hablemos menos libre y abiertamente.” Una verdadera amenaza para la raza de los políticos, por ejemplo.

En contra de la legislación sobre la protección de datos, Mayer-Schönberger propone una combinación de ley y software que asegure que la mayoría de los datos “sean olvidados” por defecto. Una ley podría hacer que todos los datos recogidos estén marcados con una etiqueta (metadato) que defina cuando la información debe expirar.

En la práctica, esto significaría que, por ejemplo, los sitios de compras on-line solo podrían almacenar datos de sus compradores por un tiempo limitado, un periodo definido por la ley. Si los clientes desearan explícitamente un plazo mayor, podrían optar por ello. Incluso las fotos digitales deberían tener este tipo de etiquetas, que permitan su “autodestrucción” luego de un año o dos.

Por supuesto, siempre hay datos vitales que son necesarios mantener. Para ellos bastaría con definir una fecha de caducidad 10.000 (o más) años en el futuro, dice Viktor.

Realmente, es un tema que promete generar mucha controversia. Más allá de que la habilidad de “recordar” presente en los ordenadores sea antinatural, nadie asegura que esta característica sea perjudicial de alguna manera. Por lo pronto, yo prefiero mantener mis fotos, libros y datos a salvo por unos cuantos años más. ¿Y tú?

Escrito por Ariel Palazzesi

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