La altísima tecnología ha posibilitado que un coche alimentado a biocombustible pueda ser más potente que su “hermano” petrolero, gracias que se utiliza el mayor octanaje y poder refrigerante de ese combustible
Así han logrado lo impensado: un coche a biocombustible de más de 1.000 caballitos de potencia. Bueno, cualquier coche que supere eso más que coche es un avión, pero aquí el mérito es doble teniendo en cuenta el combustible utilizado.
Pero los suecos han logrado algo que hasta ahora nadie había aprovechado: el mayor octanaje (98 octanos) y mejor poder refrigerante del etanol E85, que compone el biocombustible, con lo cual han llevado la potencia de esta versión “verde” hasta los 1018 hp de potencia a 7200 revoluciones por minuto.
El torque de su propulsor es de 1060 newton/metro a 6100 revoluciones por minuto. Con esto han logrado producir el primer coche oficialmente homologado por sobre los 1.000 caballos de potencia.
La compañía sueca comenzará además a ofrecer a todos sus clientes (que no son demasiados ya que sus coches son de producción limitada) la posibilidad de hacer funcionar sus motores actualmente petroleros a modo dual, y así poder aprovechar las bondades de los biocombustibles.
El Koenigsegg tiene un propulsor V8 desarrollado en aluminio, de 4 válvulas por cilindro, inyección multipunto secuenial y 4.700 centímetros cúbicos. Con semejante propulsor no le cuesta nada acelerar de 0 a 100 kilómetros por hora en solo 2,9 segundos y alcanzar una máxima velocidad de 400 kilómetros por hora.
Claro, semejante potencia tiene su costo, y en este caso es el de 18 litros cada 100 kilómetros (aquí ya deja de ser ecológico por más que utiliza biocombustibles), pero es el precio a pagar por tener el coche más potente del mundo entre tus manos y pies.
Y ya que hablamos de precio, el de este Koenigsegg CCX-R es de 950.000 euros, lo cual seguramente explique el porque de su producción limitada.
