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Los robots en la sociedad del futuro

Investigadores españoles han realizado un estudio sobre el impacto que tendrán los robots en la sociedad del futuro. Los resultados son inquietantes: según sus descubrimientos para el año 2020 los robots serán tan “inteligentes” y su interacción con los humanos será tan grande que existirá un desequilibrio tecnológico enorme entre quienes posean o no una estas herramientas.

Hemos hablado hasta el cansancio sobre el papel que jugarán (o no) los robots en los conflictos bélicos del futuro. Pero, ¿cómo cambiaran la vida de cada uno de nosotros, en nuestro ámbito laboral o social? Afortunadamente, un equipo de investigadores españoles, liderados por Antonio López Peláez, se ha planteado esta cuestión, llegando a conclusiones sorprendentes sobre el impacto social que tendrá la robótica en las próximas décadas.

Antonio López Peláez es un profesor de Sociología de la UNED, que ha entrevistado a expertos en robótica de todo el mundo para obtener un pronóstico de cómo cambiarán nuestra vida diaria los robots. Según la opinión de lo investigadores, en el año 2020 se producirá un punto de inflexión tecnológica, gracias al cual los robots “serán capaces de ver, actuar, hablar, dominar el lenguaje natural y ser más inteligentes. Entonces nuestra relación con ellos será más constante y más cercana”, dice López Peláez. Los autómatas dejarán de ser máquinas sofisticadas que llaman nuestra atención en exposiciones o series de TV para convertirse en herramientas cotidianas que nos ayudarán en las tareas más comunes.

Según el investigador, los robots androides que construiremos a partir de ese año, contarán con funciones y niveles de inteligencia tales que se convertirán en compañeros para la especia humana. De hecho, y tal como lo plantea el profesor Kurzweil desde hace años, esta singularidad hará que la inteligencia de nuestras máquinas sea equiparable a la nuestra. En este contexto, resultan obvias las diferencias que tendrán entre sí las sociedades que cuenten con estas máquinas y aquellas que no las posean.

La clave para que se produzca este punto de inflexión se encuentra en los avances que se han producido (y que se puede especular que se producirán en breve) en áreas tales como el reconocimiento de voz, el sentido del tacto robótico, la inteligencia artificial, la nanotecnologia, la antropología robótica y, cómo no, la capacidad de los robots de superar el famoso Test de Turing.

Robots con estas características cambiarán nuestro futuro. Suponiendo que evitemos su uso como maquinas de matar, podremos tenerlos en casa para ayudarnos con las tareas de limpieza o incluso con la educación de nuestros hijos. También tendrán trabajo en las granjas, cosechando el cereal y hasta ordeñando las vacas. En las fábricas, un robot con estas cualidades físicas e intelectuales será mucho más eficiente que los que usamos hoy para, por ejemplo, montar automóviles. Serán más flexibles y capaces de solucionar problemas que aparezcan en las cadenas de montajes. Y todo eso trabajando en tres turnos, las 24 horas del día. De hacerse realidad las predicciones de Antonio, la incorporación de robots evitará la exposición de los obreros a ambientes peligrosos, estresantes o poco saludables, eliminado en fantasma de los riesgos laborales.

Nanomáquinas y cyborgs

Pero no todos los robots serán así de grandes. De hecho, es posible que la mayor ayuda provenga de sus hermanos más pequeños, aquellos que se construirán gracias a los avances de la nanotecnologia. Estos pequeños ingenios, con tamaños micrométricos, podrán hasta ingresar a nuestro organismo y realizar “reparaciones” en nuestras arterias, venas y órganos internos. ¿Tienes una arteria tapada por culpa del colesterol? No necesitarás cirugía, solo un nanorobot que se desplace por su interior y quite la obstrucción.

Durante años se ha especulado con multitud de mecanismos construidos a escala nanométrica. Motores, pistones, trozos de circuitos y casi cualquier cosa que te imagines puede ser construido a escala molecular. Por fin, y luego de millones de horas hombre de investigación, estamos en condiciones de comenzar a fabricar cosas útiles con esta tecnología.

Toda la tecnología que hará posible la existencia de esos maravillosos robots también podrá utilizarse para sustituir nuestras partes defectuosas. Efectivamente, no hay razones para que, disponiendo de brazos robóticos dotados de manos capaces de reconocer superficies mediante el tacto, o cámaras que ven mejor que un ojo, no las utilicemos como piezas de reemplazo en nuestros cuerpos.

El famoso punto de inflexión, o singularidad, propuesto por Kurzweil parece finalmente estar a la vuelta de la esquina. Solo queda determinar su momento exacto, y las consecuencias que ocasionará tanto para los agraciados que se encuentren dentro de ella, como para aquellos que se queden de la nueva brecha tecnológica.

Escrito por Ariel Palazzesi

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