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Nanobot con propulsión bacterial

El investigador canadiense Sylvain Martel ha desarrollado una nanomáquina capaz de mover objetos sobre una superficie. Hemos visto robots de ese tamaño y con esas características antes, pero lo que hace único al trabajo de Martel es que su nanobot está construido con un enjambre de 3.000 bacterias flageladas. ¡Aunque usted no lo crea!

El hombre ha domesticado animales casi desde sus orígenes. Antes de que desarrollásemos una tecnología capaz de ayudarnos a trasladar objetos –o a nosotros mismos- nos valimos de bestias de carga o utilizamos animales para ayudarnos con el trabajo pesado. La aparición del motor a vapor fue el comienzo del fin de esta práctica, y hoy día es difícil ver animales siendo usados para estos fines. Sin embargo, en Canadá parece que ha comenzado un proceso que podría regresarnos a un mundo donde el trabajo lo realizan seres vivos controlados por el hombre.

En efecto, Sylvain Martel ha construido un pequeño dispositivo de sólo 300 micrones de lado, que podría terminar revolucionando la nanotecnologia. Mientras que en casi todo el mundo se trabaja con nanomáquinas basadas en moléculas, el canadiense ha apostado por las bacterias. Su invento –un pequeño robot capaz de mover objetos a nanoescala- incluye una célula solar, un circuito destinado a las comunicaciones y un sensor. Este sensor se encarga de “leer” el pH del medio sobre el que se encuentra el dispositivo y el circuito de comunicaciones lo transmite de forma inalámbrica a un ordenador. Allí, un programa desarrollado especialmente genera los campos magnéticos necesarios para obligar al motor del robot a “empujar” en una u otra dirección. Lo más interesante de todo el proyecto es que ese motor es un enjambre de 3000 bacterias vivas que, como si fuesen caballos microscópicos, mueven la carga.

Es posible que pase mucho tiempo para ver en el mercado una aplicación práctica de este invento. Además, existe el problema de mantener vivas y alimentadas a las bacterias, lo que seguramente obligaría a depender de algún proceso de “recarga” más complicado que el enchufar el dispositivo durante unas horas a un tomacorriente. Como sea, el trabajo de Martel tiene potencial y ha servido para demostrar que existen muchos enfoques diferentes a la hora de resolver un problema.

Escrito por Ariel Palazzesi

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