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Tiradero Visual de la Semana (N°24)

Era el año 1998. Yo, con unos dulces e inocentes 18 años, estudiaba “Realización de cine y TV”. En la cátedra “Producción televisiva” nos tocó crear el piloto de nuestro programa de TV soñado. Fanático del terror como era, y de los presentadores al estilo “Elvira“, “Vampira” y del inolvidable “Peter Vincent” de “Fright Night” (1985), quise hacerles un pequeño homenaje. Pero tenía que ser genuino, así que un ataúd era no solo necesario, ¡era obligatorio! ¿Dónde demonios iba a conseguir un ataúd con un presupuesto tan magro y tanta inexperiencia?

Resultó ser que en una funeraria, a unas cuadras del instituto donde estudiaba, tenían uno que nos podían regalar. Sí, ¡regalar! ¡Viva! Era un cajón que había volado desde Estados Unidos y que no cumplía con los requerimientos argentinos para ser usado (pues era demasiado grande), así que no lo podían vender. ¡Solo ocupaba espacio! ¡Les hacíamos un favor si nos lo llevábamos! 

Había un pequeño problema, sin embargo: el cajón había volado desde Estados Unidos… ¡con un muerto adentro! Durante cuatro días, esa caja había sido “habitada” por un cuerpo en descomposición. ¿Iba a ser eso un impedimento para mis ansias creativas? ¡CLARO QUE NO! Hice de tripas corazón y, como bien atestigua este video, me metí dentro sin vomitar una sola vez. Todo sea por el arte.

#30 Return to Oz (1985)

Antes de que digas nada, debes saber que esta es una película super oscura. Así, con el póster, es fácil pensar que es una secuela sosa de "Wizard of OZ" (1939). ¡Pero qué equivocado estarías! ¡Muchas de sus escenas aún plagan mis pesadillas! Especialmente la de la reina sin cabeza... Ay ay ay. "Return to Oz" es una gema oculta de la cinematografía mundial que todo el mundo debería conocer. Si películas como "Labyrinth", "The Dark Crystal" y "The NeverEnding Story" figuran dentro de tus favoritas, esta tenebrosa adaptación de la secuela de "El Mago de Oz" no te decepcionará. Es un pe-li-cu-lón que, posiblemente por su contenido de miedo, Disney no promociona nunca. ¡Demasiadas infancias traumadas!

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