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Valle Inquietante: ¿Mito o realidad?

La situación es (más o menos) sencilla de entender: Si cuando observas a un robot humanoide sientes “algo” que provoca cierta incomodidad, ese “algo” es el Valle Inquietante, un término utilizado en la década del ’70 por el experto en robótica Masahiro Mori. Sin embargo, existen estudios contradictorios que niegan y confirman la existencia del valle. En otras palabras, ¿qué tan viable es tratar de explicar lo que ha sido “inquietante” por más de cuarenta años?

En parte, es como intentar entender la reacción que tienen las personas hacia determinados insectos. A modo de ejemplo, algunas mujeres son capaces de ignorar por completo a una cucaracha, otras las persiguen con un zapato en la mano (y una ira desenfrenada) hasta convertirlas en papilla, y después están las que huyen a los gritos, pidiendo que las rescaten de esas bestias diabólicas aladas. Hemos visto muchos ejemplos de robots humanoides en el pasado.

Hay diseños que no nos provocan nada, otros que asombran por su despliegue tecnológico, y entre aquellos que buscan reproducir con exactitud a los humanos, existe ese “extra” que hace fruncir el ceño y desviar la mirada. El Valle Inquietante ha sido una especie de regla a seguir en el diseño de robots humanoides durante más de cuarenta años, pero aún así, no faltan los que niegan su existencia.

El Valle Inexplicable

En un estudio presentado en 2005 por David Hanson de Hanson Robotics, se presentó a los participantes una serie de imágenes sobre robots con la capacidad de imitar expresiones, y se les preguntó qué pensaban de la experiencia. En el 73 por ciento de los casos, los participantes dijeron que los robots les caían bien, y en ningún caso se indicó un sentimiento de disgusto.

En otra prueba, Hanson y su equipo hicieron un “morph” de seis imágenes entre la princesa Jasmine de Aladdin y la actriz Jennifer Love Hewitt (I Know What You Did Last Summer). A la hora de evaluar el nivel de “tolerancia” (¿afinidad? ¿aceptación?) en cada imagen, el valle nunca se manifestó como esperaban que lo hiciera en la mitad de la secuencia.

Si cruzamos a la otra acera, estudios de la Universidad de Indiana y la Universidad Estatal de New York (Postdam) sí detectaron la presencia del valle, usando imágenes de personajes de videojuegos, y la transición de un robot a un rostro humano. Como si eso fuera poco, el investigador Christoph Bartneck de la Universidad de Canterbury reporta que “valle” es un equivalente inadecuado, y que en realidad hay que visualizarlo como un acantilado. La falta de continuidad en la forma en que el valle se manifiesta hace mucho más complicada cualquier posibilidad de comprensión avanzada.

No sólo es una cuestión de “apariencia”, sino también de comportamiento y capacidad de movimiento. Por más “humano” que sea el exterior, si se mueve como robot seguramente provocará una sensación extraña y desagradable. La respuesta definitiva al misterio del Valle Inquietante tal vez llegue dentro de algunos años, cuando los diseños sean tan detallados que resulte imposible a simple vista diferenciar a un humano de un robot. Si logran algo como la Número Seis de Battlestar Galactica, no creo que nos quejemos mucho…

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Escrito por Lisandro Pardo

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