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Bicicleta 2.0: La rueda cinética del MIT

Investigadores del MIT han diseñado una rueda de bicicleta que permite a los ciclistas hacer un seguimiento de sus amigos, supervisar su salud, obtener informes de tráfico y datos sobre la polución ambiental a través de una serie de sensores integrados y un enlace Bluetooth. La denominada “rueda de Copenhague” también es capaz de almacenar de forma inteligente el exceso de energía cinética y "devolverlo" en forma de impulso extra cuando lo necesitamos. No han reinventado la rueda, pero casi.

Investigadores del Senseable City Laboratory, del MIT, han diseñado una rueda de bicicleta que es capaz de almacenar la energía cinética liberada cuando el ciclista frena y “devolverla” en forma de empuje extra cuando quiere ganar velocidad o subir una cuesta. Se trata de un gran aporte, aunque todavía es bastante pronto para saber si será adoptada masivamente por los ciclistas. Durante siglos, las bicicletas han sido elegidas por su simplicidad, no por sus accesorios y silbatos.

Para Carlo Ratti, director del laboratorio, gracias a este invento “andar en bicicleta puede ser aún más eficaz que lo que era.” El científico cree que está poniendo a punto algo que podría llamarse “Bicicleta 2.0”. El corazón del sistema es, como dijimos, la rueda. Esta utiliza un sistema de recuperación de energía cinética muy similar al utilizado en los vehículos híbridos, como el Toyota Prius. Se trata de aprovechar energía que de otra manera sería desperdiciada en forma de calor (generalmente, disipado en las piezas de los frenos). La rueda de Copenhague guarda esa energía en una batería que se encuentra dentro del eje de la rueda trasera.

El dispositivo, pintado de un rojo brillante, fue presentado en público en la ciudad de Copenhague. Puede adaptarse a la rueda trasera de cualquier bicicleta y contiene además de las baterías una serie de sensores que seguramente harán las delicias de cualquier ciclista geek. Un sistema GPS se encarga de mantener todo el tiempo un registro de la posición de la bicicleta y las rutas recorridas, mientras que otros sensores analizan la calidad del aire, cuentan los kilómetros recorridos o reciben informes sobre el tránsito. Toda esa información es transmitida desde la rueda de Copenhague vía Bluetooth a un smartphone, y puede ser compartida con otros ciclistas.

Christine Outram, investigador principal del proyecto, dice que el objetivo de su laboratorio es hacer de su sistema algo atractivo, que no tenga los problemas de otras bicicletas eléctricas. En general, los “kits” que permiten transformar una bicicleta normal en una eléctrica son pesados, difíciles de instalar y, por supuesto, no poseen la diversidad de sensores que contiene la rueda de Copenhague. “Es una tecnología que puede acercar la bicicleta a más cantidad de gente”, dice.

Jens Martin Skibsted, un diseñador danés que posee la fábrica de bicicletas Biomega y la empresa de diseño Kibisi, dice que “este es un período de cambio en el mundo del diseño de bicicletas”. Skibsted cree que en los próximos años varios diseños similares aparecerán en el mercado, ya que la  población urbana está buscando alternativas para utilizar menos sus coches. En estos periodos de cambio, dice, Jens, “difícilmente el modelo adoptado sea el más funcional, sino aquel que pueda convertirse en una parte inherente de nuestra cultura. La rueda del MIT se ve bien”, continúa. “Pero es pronto para decir si va a convertirse en algo popular o no.

Sin dudas se trata de un concepto interesante. Sobre todo por la facilidad de instalación -no hay que “cablear” la bicicleta ni hacer grandes reformas- y por su relativo bajo costo. En un mundo cada vez más contaminado, aprovechar la energía que se desperdicia al pasear en bicicleta es una buena idea. En muchos casos, la rueda de  Copenhague puede incluso reemplazar a un ciclomotor, por lo que de forma directa estaría además reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero. Todos los ítems “extra” como el GPS o la conexión Bluetooth también  podrían ayudar a su adopción. Solo el tiempo dirá si el MIT ha reinventado la rueda.

Escrito por Ariel Palazzesi

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