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¡Parece que los economistas no entienden nada!

Por medio de experimentos sencillos, se comprobó que una niña británica de cuatro años y un chimpancé realizaron mejores inversiones en la bolsa que especialistas de las agencias bursátiles de más renombre. ¿Será que las ciencias económicas son una farsa? ¡No te pierdas otro tema candente en el To bit de hoy!

La noticia data del 2001 pero aplica atemporalmente, y fue parte de un experimento realizado por Richard Wiseman, un británico especialista en realizar estudios no habituales con metodologías sui generis. Originalmente, Wiseman cuenta que su investigación empezó por otro motivo. Se encontraba recopilando información para diferentes estudios que comparan ciencias formales vs. pseudociencias, y dio con algo que se estaba poniendo de moda: los astrólogos financieros. Estos afirmaban que lo mismo que se aplica a un persona puede aplicarse a una empresa. Por ejemplo, la fecha de fundación de una compañía podría afectar su desempeño financiero. Esto, para empezar. Además, estos “especialistas” también ofrecen un asesoramiento empresarial integral tomando a los astros como parte de su análisis.

La especialista financiera

Fue así que diseñó su experimento en el que se compararía la habilidad de los astrólogos financieros con la de un asesor financiero tradicional. Pero además, y como una suerte de elemento de control, se incorporó un tercer participante del estudio: Tia Roberts, una niña de cuatro años, de quien no puede sospecharse que tuviera demasiados conocimientos de economía avanzada.

Citemos a Wiseman con su relato:

Al comienzo, le dimos a cada uno de ellos 5.000 libras esterlinas imaginarias y les pedimos que invirtieran el dinero en el mercado de valores del modo que considerasen más conveniente. Luego, durante el transcurso de una semana, seguiríamos sus elecciones. ¿Quién haría las inversiones más inteligentes? (…) Nuestra astróloga financiera examinó cuidadosamente la fecha de formación de las compañías y rápidamente optó por una variedad de sectores, que incluían comunicaciones y acciones de empresas tecnológicas (…). Nuestro inversor se basó en sus siete años de amplia experiencia y decidió poner su dinero mayormente en la industria de las comunicaciones (…). Quisimos que las elecciones de Tia fueran completamente al azar. A las 11.55 del 15 de marzo de 2001 me encontré haciendo equilibrio sobre una escalera en el vestíbulo de mármol de Barclays Stockbrokers. Tia y una pequeña audiencia de los principales inversores de Gran Bretaña esperaban pacientemente en el piso. Una de mis manos asía fuertemente la escalera mientras la otra sostenía 100 pequeños trozos de papel, cada uno con el nombre de una compañía.

Tia seleccionando las empresas en donde invertir.

Una semana no es mucho tiempo en el mundo de las finanzas, de manera que decidimos continuar con nuestro experimento durante un año entero. Resultaron ser doce meses difíciles. (…) En esta oportunidad, las diferencias fueron más dramáticas aún. Nuestro inversor tuvo una pérdida de 46,2 por ciento de su inversión original. La astróloga financiera lo hizo un poco mejor, pero igualmente tuvo una pérdida de 6,2 por ciento. Una vez más Tia encabezó la tabla: ante un mercado en baja, obtuvo un beneficio del 5,8 por ciento.

Una historia recurrente

Y esta no fue la única vez que se realizó este tipo de prueba. En 2010, Lusha, un chimpancé de un circo ruso, eligió ocho empresas de una lista de 20 (representadas por cubos de plástico). Tiempo después, su elección había superado al 94% de los fondos de inversión del país. Antes, algo similar había sucedido con Ola, otro chimpancé que superó a expertos lanzando dardos a un blanco en donde estaban escritos los nombres de las empresas.

¿Qué nos dice todo esto? ¿Podemos decir que estudios empíricos demuestran que las ciencias económicas son una farsa? ¿Será que toda ciencia lo es, y que lo que creemos resultados de avances científicos son todas cosas que funcionan de casualidad? ¿Tú qué piensas?

¡Hasta el próximo To bit!

Escrito por Gianni Sabbione

Gianni Sabbione es editor literario, científico y músico. Como editor trabajó y trabaja en editoriales y medios internacionales de EE.UU., España y Latinoamérica. Es asesor en reorganización y automatización de áreas de IT e investigó en IA y redes neuronales.
Es cantante de sus bandas de hard rock solista y de Color Púrpura, y aprovecha su perfil en Neoteo para promocionarlas. Al menos hasta que se de cuenta el Sr. Director del sitio.

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