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Coches voladores, ¿para cuándo?

Mucho hemos dicho en NeoTeo sobre los futuros coches voladores. Pero, ¿dónde están? Nosotros no hemos visto ninguno circulando por arriba de nuestras cabezas y, lo cierto, es que de coches voladores se viene hablando desde hace decenas de años… y todavía estamos atados a la tierra.

Cuando uno piensa en coches voladores, piensa en el futuro. Se imagina una ciudad como la de los Supersónicos, con edificios super altos y rutas aéreas para el tránsito vehicular ciudadano. ¿El piso? Allá abajo, ya nadie se acuerda muy bien dónde… Si uno lo racionaliza, esta fotografía no debería ser tan desacertada. Una de las pocas cosas que nos mantienen en el suelo es la ley de la gravedad. Para ir de un lugar a otro… pues, no nos queda otra que "arrastrarnos" por él.

La producción y masificación de los coches voladores, vehículos económicos de uso diario, tendrían, a la larga, un cambio semejante en nuestra sociedad. Todo comenzaría con plataformas de estacionamiento en los pisos de los edificios más concurridos, importantes o lujosos. Si tú tienes que ir al quinto piso de un edificio, teniendo la tecnología que te puede llevar directamente a este, ¿para qué estacionar en el suelo, con todos los problemas de espacio que eso acarrea, para luego tomar un ascensor? A la inversa, es lo mismo. Si vives en un sexto piso, ¿para qué bajar al suelo, teniendo un vehículo volador?

La transformación, lenta y paulatina, comenzaría desde allí. Las nuevos edificios se planearían con esto en mente, los más viejos tratarán de adaptarse construyendo "pistas de aterrizaje". El tránsito vehicular se descongestionará y hasta podría haber subvenciones de los estados para ayudar a la transformación.
La altura será un sinónimo de status. Mientras más alto vivas, más dinero tendrás. Y las corporaciones tratarán de rentabilizar esa nueva obsesión de la humanidad y construirán edificios colosalmente altos. Y comenzará una nueva carrera para llegar al cielo…

Pura especulación, sí. Y puede que se quede solo en eso, y nada más. Porque, ¿dónde demonios están los coches voladores de los que se viene hablando desde hace decenas de años?

Tomemos el ejemplo del Vertipod. Yendo a la página oficial nos encontramos con un gran 404. En la sección Media, hay una fotografía y algunos enlaces, pero el diseño general del sitio deja mucho que desear… y uno pensaría que una empresa capaz de desarrollar un vehículo volador tendría un Web más profesional y no solo html plano, con una mala elección en la paleta de colores.

Algo similar sucede con el sitio del PALM 200 ILV. No es que le falte información, o que tenga páginas 404, sino que… tiene un diseño tan amateur que asusta. Y se nota que, aunque la gente detrás pueda ponerle mucho esfuerzo, le faltan inversionistas serios. En definitiva, no parece que vaya a ser "el" vehículo volador del futuro. Todo apunta a que pronto, cuando se acabe la novedad, todos lo olvidaremos.
¿Y qué pasó con los dos abuelos que estaban haciendo un coche volador en su garaje? Nunca más supimos de ellos, lo cual nos hace dudar de sus avances.

La apuesta más segura son los vehículos voladores de Moller International. Tienen un sitio que resalta ante el resto por su profesionalidad, con información actualizada y vídeos de los vehículos funcionando. Tanto el M200G, como el M400 (vídeo), ya están totalmente desarrollados. Su tecnología patentada, Rotapower, parece sólida y coherente. Entonces, ¿qué falta? Según el FAQ del sitio, los primeros M400 se verían de aquí a tres años, y ya cuentan con 100 reservas. ¿Por qué tardan tanto? Moller necesita que el vehículo sea probado y certificado por el gobierno y, además, como explican en su sitio, "las revoluciones no se suceden de la noche a la mañana". ¿Cuál es el problema, entonces? El precio final prefijado para el vehículo: 500.000 dólares. Mucho dinero, muchísimo, como para imaginar un futuro en el que todos tengamos uno. Los M200G serán más baratos, pero tampoco mucho: unos 90.000 dólares, y capacidad para solo un pasajero. Un lujo que pocos podrán darse.

M400

El resto de los vehículos anunciados no dejan de ser prototipos. Del Cell Craft G440, que tememos será igual de caro que el M400, poco se ha sabido. El bote volador de Rudy Heeman nunca pasó de ser una novedad, algo del momento.

El primer inconveniente son los costos. Al ser tecnologías nuevas, en investigación y desarrollo, los valores de producción son altísimos. Para que estos costos se abaraten se necesita un mercado. Para que haya un mercado se necesita de una oferta. Y, para que haya oferta, se necesita demanda. Y demanda es lo que no hay. Todos podemos soñar con volar por los cielos con un coche volador, pero… ¿cuántos se animarán a ser los primeros en montarse a uno para ir y venir de su trabajo? Antes de gritar: "¡Yo, yo, yo!", recuerda que la infraestructura de las ciudades no están preparadas para aterrizajes. Eso, y que serías visto como un rarito, más que como un innovador.

Además, los inversores no quieren saber nada con ideas tan radicales y potencialmente peligrosas. No es lo mismo chocar contra una pared cuando estas en el suelo, que hacerlo en pleno vuelo… Y, piénsalo, si el valor de estos vehículos híbridos es tan alto, cuáles son sus virtudes frente al combo "avión pequeño o un helicóptero más un coche tradicional".

Entonces, llega hacernos la pregunta del trillón de euros: ¿Realmente necesitamos coches voladores? Nosotros creemos que sí, pero a nosotros nos gusta mucho la ciencia ficción, así que no somos muy subjetivos. Por lo tanto, terminamos este artículo con una frase que se puede leer en el home del sitio de Moller: "Las nuevas tecnologías pasan por tres etapas: Primero, aquellos ignorantes de su potencial las ridiculizan. A continuación, son subvertidas por aquellos amenazados por su potencial. Finalmente, son consideradas evidentes." ¿Será?

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