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Cómo crear un mar en el Sahara con bombas nucleares

… sí, alguien pensó en esto

Sahara

Más de nueve millones de kilómetros de superficie. Una de las regiones más hostiles del planeta Tierra, y una barrera contundente para las relaciones económicas entre buena parte de África y los países del Mediterráneo. El desierto del Sahara es grande, cálido, y no coopera. La evidencia sugiere que el Sahara se mantiene en un ciclo que lo lleva de desierto a paraíso verde y viceversa, pero los tiempos de la naturaleza no son compatibles con el deseo humano. ¿La alternativa? Básicamente hacer un canal detonando más de 200 bombas nucleares a la vez, y crear un mar artificial.

¿Un Sahara verde? Si nos guiamos por la información disponible, la idea no es tan descabellada. De hecho, se calcula que el ciclo desierto-pradera dura unos 41 mil años, y que será necesario esperar otros 17 mil para que cambie por su cuenta. Pero a menos que alguien encuentre el secreto de la juventud eterna, el Sahara verde está fuera de nuestro alcance… ¿verdad?

Bueno, vamos a pensarlo por un momento: El ser humano fue capaz de crear un enlace artificial entre el Atlántico y el Pacífico con el Canal de Panamá. Algo similar sucedió con el Canal de Suez, cuyo desarrollo sigue adelante a pesar de las históricas dificultades (económicas, políticas, sociales y regionales). Entonces, ¿qué tan viable es inyectar un poco de verde al Sahara antes de tiempo?



Un buen punto de partida es la creación de un mar artificial, y si hay una zona ideal para ello, es la llamada Depresión de Qattara. 133 metros por debajo del nivel del mar en su parte más profunda, una población mínima (menos de 400 personas), y apenas 55 kilómetros de distancia del Mediterráneo convierten a la depresión en una gran candidata para recibir agua.

Inundar el Sahara no es una idea nueva (varias flechas apuntan a Julio Verne), pero el proyecto Qattara fue analizado por el doctor John Ball en 1927, quien sugirió aprovechar las condiciones y los detalles técnicos para generar hidroelectricidad. Casi 40 años después, el principal defensor del proyecto fue Friedrich Bassler, director del departamento de mantenimiento e ingeniería hídrica de la TU Darmstadt.

Los números se volvieron más sólidos: 10 años para llenarse al nivel necesario, 670 megavatios de potencia en la fase hidroeléctrica inicial, 6.800 megavatios una vez finalizado, evaporación e ingreso de agua equilibrados, el plan parecía marchar bien, pero…

… el costo del canal (o del tunel) era exorbitante. Bassler llegó a la conclusión de que debía tomar un atajo formado por 213 pozos a lo largo del canal, cada uno equipado con una bomba nuclear de 1.5 megatones. Al detonar las 213 bombas en simultáneo, la furia atómica se encargaría de hacer el trabajo pesado y crear el canal.

Sin embargo, la evacuación de 25.000 personas, el riesgo de afectar las placas tectónicas inestables en la región del Mar Rojo y el componente radiactivo acabaron con el proyecto de la noche a la mañana, aunque nunca abandonó del todo las mentes de algunos científicos. Hoy tenemos mejor tecnología, y la creación del canal debería ser más rápida y económica…

(Del Archivo de NeoTeo, artículo publicado originalmente el 12 de enero de 2019)

Escrito por Lisandro Pardo

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