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Edición de memoria: Borra los malos recuerdos

¿Tienes un mal recuerdo de tu infancia? ¿Tu novia te cambio por el vecino del piso de abajo? ¿Tu compañero de banco del colegio te pegaba? ¡Olvídalo! Sí, parece que dentro de poco será posible olvidar hechos específicos gracias al trabajo de un par de científicos que han logrado que sus ratas de laboratorio superen su tormentoso pasado trasteando con la química de sus cerebros.

Ejemplos en la literatura de ficción o el cine hay muchos. En “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” un atormentado Joel Barish (Jim Carrey) se hace extirpar de su mente los recuerdos de la chica que rompió su corazón. Sin embargo, hasta ahora estábamos muy lejos de poder lograr algo así en el mundo real, sobre todo porque es bastante complicado determinar en qué parte de cada cerebro en particular se almacena un recuerdo determinado. Pero parece que gracias al trabajo de Todd C. Sacktor y Eric R. Kandel, dos neurocientíficos, pronto podremos elegir un grupo de malos recuerdos y eliminarlos para siempre.

Sacktor y Kandel, de Brooklyn, aseguran que gracias a la modificación de una sustancia del cerebro pueden hacerte olvidar esos miedos persistentes que no te dejan dormir, las pérdidas traumáticas de algún ser querido y hasta incluso algunos malos hábitos. En sus experimentos, comienzan inyectando una droga experimental en ciertas áreas del cerebro que se sabe son las responsables del almacenamiento de las asociaciones emocionales, los conocimientos espaciales o las habilidades motoras. Esta sustancia tiene la particularidad de impedirle al cerebro que pueda almacenar la información de forma confiable. Por supuesto, todos los experimentos se han efectuado sobre animales, aunque Sacktor y Kandel confían en que las cosas funcionan más o menos igual en las personas.

En realidad, no es tarea fácil el deducir cómo un trozo de tejido puede almacenar recuerdos. Ya en 1999 un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience por Jeff W. Lichtman y Joshua R. Sanes, de Harvard, detallaba una lista de 117 moléculas que, de una u otra forma, estaban involucradas en el proceso que permite registrar eventos en nuestras neuronas. En esa lista figura una sustancia llamada PKMzeta, que se activa cuando una célula estimula a otra, y parece ser responsable de mantener nuestras neuronascomunicadas” entre sí, condición indispensable para que podamos recordar. Sacktor basó su trabajo en las experiencias de  André A. Fenton, un especialista en la memoria espacial de ratas y ratones perteneciente a la Universidad SUNY Downstate.

Como parte de su trabajo diario, Fenton les enseñaba a sus animales la posición de ciertos objetos utilizando “ligeros shocks eléctricos”. Una vez que estaba seguro que sabían por dónde podían pasar sin recibir un feo calambrazo, les inyectaba directamente al cerebro una droga llamada ZIP, destinada a interferir los efectos de la PKMzeta. Como resultado, los ratones olvidaban lo aprendido, y el ciclo comenzaba otra vez. Sí, el trabajo de “rata de laboratorio” realmente está muy mal pago.

Los científicos creen que si pueden avanzar en la comprensión de cómo actúa la PKMzeta podrían ayudar a personas que padecen de Alzheimer u otras demencias o, aunque hoy parezca algo imposible, revertir la pérdida de la memoria causada por el paso de los años. "Por ahora sólo tenemos algunas ideas de qué se podría lograr, y sabemos como hacer que las células produzcan más PKMzeta", explica Sacktor, mientras juega con sus ratas de laboratorio. Obviamente, de la misma manera en que estas moléculas pueden reforzar tu memoria pueden destruirla por completo. "La posibilidad de editar nuestra memoria plantea enormes problemas éticos", opina Steven E. Hyman, un neurobiólogo de Harvard. El uso indebido de una sustancia así podría incluso afectar el funcionamiento de las personas que sean tratadas, ya que todo nuestro comportamiento ético y moral se basa en los recuerdos y eventos registrados por nuestro cerebro. Borrar parte de ellos seguramente nos cambiaria como personas.

Afortunadamente manipular la memoria no es tan simple. “No hay una sola molécula de la memoria, el sistema no es tan sencillo
”, asegura Thomas Carew, de la Universidad de California. “Hay una gran cantidad de ellas involucradas en los distintos tipos de recuerdos, participando del proceso de aprender, almacenar y recuperar datos”. Tal como están las cosas, parece que solo las ratas pueden olvidar los calambrazos producidos durante su aprendizaje. Pero si una droga de este tipo cae en las manos equivocadas, algún gobierno poco ético podría encerrarte en su versión particular de Guantánamo, molerte a palos, obtener de ti lo que quisiera, y luego borrarte la memoria para que ni siguiera sospeches lo que te ha pasado. Los recuerdos, traumas y humillaciones de Joel Barish serían, en comparación, un chiste.

Escrito por Ariel Palazzesi

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