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El balón de fútbol que almacena energía

Usualmente, la aseveración correcta sería: patear un balón de fútbol produce un desgaste de energía por parte de los jugadores. Sin embargo, la ciencia existe para romper con este tipo de verdades previsibles, por lo que ahora podremos decir que patear un balón hará que el jugador pueda tener más energía disponible. No, no. Igualmente producirá cansancio en ellos, pero luego de jugar un rato podrán usar la energía eléctrica acumulada en el balón pateado para poder cargar, por ejemplo, una lámpara, un móvil o lo que se necesite en lugares donde la energía eléctrica no es algo con lo que se pueda andar jugando. Así es el Socket ball, el balón de fútbol que almacena energía

Estamos en la era en la que los balones de fútbol tienen procesos de construcción más largos que algunos edificios modernos. Se los estudia, se los piensa, se los prueba teniendo en cuenta miles de propiedades concernientes al juego en el que participarán, y si hablamos de fútbol, los cuidados son mucho mayores, aunque luego se produzcan fiascos tan grandes como los mundiales (Jabulani, cof cof). Dentro de los balones, además de aire, se han comenzado a introducir medidores y sistemas de todo tipo que esperan la aprobación de FIFA para poder ser implementados en los partidos oficiales, evitando más fiascos. Con esta idea, y pensando menos en FIFA y más en África, estudiantes de la Universidad de Harvard habían comenzado un proyecto en el 2008 cuyo nombre era Socket Ball. Su función era simple: un balón con la capacidad para capturar y guardar la energía de las patadas de los jugadores.

La idea prosperó durante 2010 y ahí comenzó el verdadero desarrollo, tomando los ribetes solidarios que obviamente generan atención mediática pero no financiera. Hoy día los investigadores ya titulados presentan un balón de fútbol que puede darle energía a millones de niños en África. Sólo tendrán que jugar con él, ya que esta esfera tiene un diseño único compuesto por un mecanismo interior basado en un giroscopio que captura la energía imprimida sobre el cuero y la convierte en electricidad limpia para utilizar en la carga de móviles, lámparas, potabilizadores de agua, calefacción, ventiladores, altavoces y más. Resistente al agua y a las más adversas condiciones, este balón concentra la energía así como  lo hace una de esas linternas de LED que se agitan para generar electricidad a través de una bobina de alambre y un imán. Simple, pero en un balón.

Como si esta forma de convertir a los pequeños deportistas en fuentes de energía de su propio hogar, el balón está realizado en un 95% con materiales ecológicos, lo que implica una coherencia que a veces muchos de estos proyectos olvidan. Habiéndola probado en Sudáfrica, la captura de energía estuvo bien, aunque podría mejorarse. El problema técnico que quedó es el peso, ya que el Socket ball es unos gramos más pesado que los balones oficiales (aunque esto le importe poco a quien busca su segundo propósito en un terreno de juego improvisado). El balón de fútbol que almacena energía espera venderse a 60 dólares en una campaña del tipo compra y dona, que esperemos de mucha satisfacción a las tres partes que confluyen en este gran proyecto.

Escrito por Nico Varonas

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