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ELF: Vehículo ecológico con pedales y paneles solares

Las bicicletas están ganando cada vez más terreno alrededor del globo, no sólo como una forma de transporte mucho más equilibrada con el ambiente, sino también como una opción económica frente a tiempos duros. Técnicamente, el ELF califica como una bicicleta, y sus pedales son una opción a la hora de transportarse en él, pero la adición de un motor eléctrico y paneles solares en su techo lo llevan más allá de los conceptos establecidos por las bicicletas tradicionales.

Lamentablemente, la única palabra que se me ocurre en este momento para describir las negociaciones sobre el cambio climático que se están llevando a cabo en Doha es una coloquial: “Papelón”. Nuestros “intrépidos líderes” siguen enfocados sobre cuestiones de presupuesto, por lo que es probable que sean necesarias varias situaciones equivalentes al huracán Sandy para que comprendan que el mundo no dudará en compensar a su modo los cambios en el clima, obviamente sin importar la opinión que la raza humana tenga al respecto. Por eso es que nos volcamos hacia proyectos individuales o iniciativas de pequeñas empresas que intentan corregir (aunque sea un poco) esta situación. Los coches de combustión interna están entre los elementos más cuestionados, y las opciones para limitar o transformar su uso son varias.

Una de las más recientes es el vehículo ecológico ELF. A simple vista parece una bicicleta de tres ruedas con un techo, y aunque esa primera impresión sería correcta, no estaría del todo completa. En primer lugar, el ELF utiliza tres fuentes de energía: Paneles solares, un conector tradicional para recargar sus baterías (si la energía proviene de una fuente renovable, mejor aún) y nuestros propios pies, gracias a sus pedales integrados. Su batería de litio entrega un rango máximo de 48 kilómetros, y su motor eléctrico tiene la fuerza suficiente para llevar una carga de unos nada despreciables 160 kilogramos. Su estructura también utiliza materiales reciclados como aluminio y plástico ABS, y de acuerdo al fabricante, cada unidad tiene el potencial de evitar la emisión de casi trece mil kilogramos de dióxido de carbono al año.

Al ser fabricado en los Estados Unidos, el ELF tiene un costo de despliegue un poco más alto de lo esperado. De hecho, las recompensas de Kickstarter indican que cualquier interesado deberá abonar cuatro mil dólares para obtener uno. Al mismo tiempo, no hay opciones de envíos internacionales, algo razonable si pensamos en la compleja situación legal que estos vehículos ecológicos tienen en ciertos países. Aún con estos detalles no se puede negar la necesidad de medios de transporte con una huella mucho más razonable. Con un poco de suerte, el ELF estimulará el desarrollo de otros proyectos similares, y con el potencial de ser más económicos para el usuario final.

Escrito por Lisandro Pardo

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