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Fases bonus en videojuegos

Muchos títulos que diariamente nos divierten poseen, además de sus incontables niveles con jefes finales, misterios sin resolver y elementos imposibles de conseguir, una fase paralela a la aventura en la cual podemos divertirnos y sumar puntos sin correr el riesgo de perder una vida, quedar fuera de la competición o, siquiera, preocuparnos por fallar. Las fases bonus son llamativas, generan expectativa y hasta son más divertidas que los juegos a los cuales, sin dudas, enriquecen. Por eso, hoy queremos dedicarnos a hablar de esos espacios en donde se nos exige al máximo para alcanzar el premio mayor, pero sin castigarnos demasiado si todo sale mal. Métete en esa tubería y comienza a quedarte con todas las monedas que encuentres. Vamos, que el que se arriesga a leer este artículo… ¡Tiene bonus!

Las fases bonus son niveles que debemos atravesar, descubrir o alcanzar en muchos videojuegos los cuales nos permiten ganar puntos, tiempo, nuevos poderes o vidas sin correr el riesgo de perder la partida. Están compuestas por desafíos que difieren mucho o poco del juego original, brindándonos una experiencia novedosa cuyos resultados tendrán su repercusión cuando volvamos a la aventura. Estos pseudo-niveles nos exigen ciertas destrezas que normalmente no se experimentan mientras jugamos el videojuego. O sea que es necesario esforzarse para conseguir la recompensa, pero nada malo sucede si fallamos, simplemente no habremos aprovechado la oportunidad (así es la vida). En su mayoría no están ligados al progreso de la historia que estemos jugando, sino que pueden tener una influencia positiva si logramos alcanzar el objetivo que se nos propone. La primera fase bonus de la que se tiene registro se encontraba en el conocido y clásico Galaga (Namco – 1981) la cual se presentaba como  un “desafío” para el usuario en el que había que acabar con navecitas vulnerables que no nos atacaban, solo danzaban a nuestro alrededor. Mientras más eliminábamos, mayor era el puntaje extra obtenido.

Algunos títulos poseían fases bonus cuya mecánica no se diferenciaba a la del juego original. Por ejemplo, al consagrarnos campeones del mundo en Virtua Striker 2 (Sega – 2000) debíamos jugar un último partido de fútbol contra el equipo F. C. Sega compuesto por los mismos desarrolladores del juego (también podían desbloquearse los equipos MVP Yuki Chan y Royal MVP Genki en los que aparecían extraños personajes). En Virtua Striker 3 (Amusement Vision, Ltd. – 2001) podíamos competir contra el F. C. Sonic cuya once inicial estaba compuesto por personajes tales como Sonic, Tails, Knuckles, Amy y el Dr. Eggman, entre otros compañeros del puercoespín azul.

Otra inolvidable fase bonus que no perdía su mecánica original era el desafío de destrozar paredes, barriles o un hermoso Lexus LS 400 en Street Fighter II (Capcom – 1991). Allí teníamos 40 segundos para emplear todos los Shoryuken y Hadouken que podamos para pulverizar autos cero kilómetro o la mayor cantidad de barriles para alcanzar el máximo puntaje. Estos escenarios también fueron actualizados en las últimas versiones de la franquicia aprovechándose de los nuevos motores gráficos y el manejo de la física que pueden proveer los chips de la nueva generación de consolas.

En los juegos de plataformas es muy común encontrar niveles especiales. En Wonder Boy (Escape/Sega – 1986) había que saltar entre resortes recogiendo premios, pero lo curioso de este género es que algunas fases bonus debían ser descubiertas por el usuario. Este es el caso de los mundos subterráneos repletos de monedas de Super Mario Bros. (Nintendo EAD – 1985), cuya entrada estaba custodiada por una planta carnívora que salía de una tubería a la cual debíamos evitar para no perder una vida y acceder al escenario secreto. También existieron aquellos bonus que, al completarlos, se afectaba al resto del juego, como sucedía con el “Star Road” de Super Mario World (Nintendo EAD – 1990).

Ciertos escenarios nos premiaban luego de superar un desafío que nada tenía que ver con el videojuego que estábamos tratando de ganar. Tal es el caso de la pila de maderas que debíamos partir de un solo golpe con el personaje que elegíamos en Mortal Kombat (Midway – 1992) o el globo que había que inflar con aire (luego de completar el primer nivel) en The Simpsons Arcade Game (Konami – 1991).

Aunque los más increíbles eran aquellos niveles especiales que superaban ampliamente el nivel de diversión del juego principal. El caso de Paperboy (Atari Games – 1984) es paradigmático: mientras que el juego se volvía una limitada y monótona entrega de periódicos por el barrio montado en una bicicleta, afinando la puntería y tratando de esquivar a los enemigos que se cruzaban por nuestro camino, su fase bonus se desarrollaba en un área de entrenamiento con obstáculos que resultaba muchísimo más entretenida que el juego original. Algo similar podía verse en títulos como Sonic The Hedgehog 2 (Sega Technical Institute – 1992) y Sonic the Hedgehog 3 (Sonic Team – 1994) cuyas fases bonus se desarrollaban en entornos tridimensionales muy bien logrados para las consolas de la época y que a todos nos despertaba la misma pregunta: ¿Por qué no habrán realizado el juego completo en 3D?

Por otro lado podemos encontrar los escenarios especiales que no se parecen en nada al título que los contiene. Tal es el caso de la máquina tragamonedas de Super Mario Bros. 2 (Nintendo EAD – 1988) o Earthworm Jim (Shiny Entertainment – 1994) subido a una nave que viajaba a máxima velocidad por el espacio sideral recolectando esferas de poder. También debemos destacar aquellos diferentes estilos de bonus que podemos encontrar en un mismo juego: por ejemplo, los títulos Sonic the Hedgehog (Sega – 1991) y Kirby`s Adventure (Hal Laboratory Inc. – 1993) presentaban niveles repletos de premios que incluían pinballs, juegos de velocidad, reacción y puntería que eran verdaderos desafíos para todos nuestros sentidos.

En fin, las fases bonus de videojuegos nos ofrecen muchísimas maneras de alejarnos un poco de el leit motiv de cada título, para disfrutar de algún desafío que nos permita ganar premios por nuestras habilidades especiales o capacidades resolutivas. Así que, si les toca alguna, aprovechen al máximo estas oportunidades que les brinda la vida digital (no las desperdicien). Y ahora por leer esta nota… ¡Aquí tienen mil puntos  de bonus para compartir con tus amigos!

Escrito por martinbaraink

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