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Hawking presentó el “Devorador del Tiempo”

Como te habíamos contado, Stephen Hawking presentaría el viernes el Corpus Clock, mejor conocido como Chronophage (cuya traducción, más o menos, sería Devorador del Tiempo). Recordemos que el reloj fue diseñado por John Harrison y le llevó 36 años de trabajo. A su fallecimiento, en 1776, la obra quedó inconclusa. La importancia del asunto proviene de inusual forma de medir el tiempo del Corpus Clock: no tiene manecillas y utiliza un principio de funcionamiento diferente a los relojes actuales, conocido como “la fuga del saltamontes”.

El pasado viernes 19 de septiembre, el físico Stephen Hawking ayudó a presentar el Corpus Clock, conocido también como Devorador del tiempo (o Chronophage). La obra es un trabajo conceptual en el que John Harrison (uno de los más reconocidos relojeros del mundo) trabajó durante 36 años, dejándolo inconcluso al momento de su muerte, en 1776. 

El Dr. John Taylor, fascinado desde siempre por el trabajo de Harrison, se encargó de llevar a buen término la finalización del reloj, luego de gastar 1 millón de libras esterlinas (de su propio bolsillo) y cinco años de su tiempo. Con la obra finalizada, decidió donarla al Corpus Christi College de Cambridge, del cual egresó.

Rebautizado como Corpus Clock, el reloj muestra, segundo a segundo, como el tiempo “conspira” en nuestra contra y no hay nada que podamos hacer para remediarlo. El saltamontes sentado sobre la cima devora cada uno de los segundos, minutos y horas de nuestra vida. Los pesimistas, ante semejante visión, podrían desesperarse. Los optimistas valorarán aún más cada segundo, como si fuese el último. Y esa es la función del reloj, más allá de lo ominoso que pueda resultar.

“Básicamente veo que el tiempo no está de nuestra parte”, dijo el Dr. Taylor. “Y no es algo malo para recordárselo a los estudiantes. Yo nunca lo sentí así hasta que un día me desperté y tenía 70 años. Me quedó pegado el pensamiento de todo lo que todavía quiero hacer y el poco tiempo que me queda.” Sin dudas un objetivo loable, aunque un tanto estremecedor.

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