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Desarrollan una “interfaz cerebro a cerebro” para ratas

Hace un par de semanas observamos de cerca un proyecto de la Universidad de Duke, que dio visión infrarroja a un grupo de ratas. Pero ahora, esa misma universidad ha ido mucho más allá, creando una “interfaz cerebro a cerebro” que conecta a dos ratas. Lo más impresionante de todo esto es que las ratas involucradas en el experimento están separadas por miles de kilómetros. Aunque sus responsables reconocen que la conexión entre ambos cerebros era básica, abre una puerta hacia el concepto de “ordenador orgánico”, con dos o más cerebros trabajando sobre una misma tarea.

Se han elaborado muchos términos para explicar el proceso: “Mente de colmena”, “Inteligencia de enjambre” y “Conciencia colectiva” están entre los más populares. Es más, probablemente alguien esté pensando en los Borg en este momento, pero si tomamos la palabra de los responsables de este reciente experimento, no sería del todo adecuado hacerlo. El profesor Miguel Nicolelis y su equipo en la Universidad de Duke ha presentado un documento sobre el estudio de “interfaces cerebro a cerebro”, cuyo objetivo se concentró sobre dos ratas compartiendo información sensorial y motora.

El proceso involucra a una rata denominada “codificadora”, que está ubicada en la ciudad de Natal, en Brasil. Esta rata ha sido entrenada para realizar una tarea específica, que es la de presionar una pequeña palanca de dos disponibles. Si la palanca es la correcta (se enciende una luz sobre ella), la rata recibe una recompensa. Sin embargo, esta rata también posee un implante cerebral que registra la actividad proveniente de la corteza motora. Esta actividad es convertida a una señal eléctrica, y enviada a una segunda rata, llamada “decodificadora”. Esta segunda rata no ha sido entrenada, no conoce el proceso al que está acostumbrada la primera rata, ni tampoco cuenta con una luz para guiarse, pero con sólo recibir esta información generada por el cerebro de la primera rata, puede presionar la palanca correcta. Sin embargo, eso no es todo: La segunda rata está en Carolina del Norte, a más de seis mil kilómetros de distancia.

El porcentaje de “precisión” en el enlace fue del 70 por ciento. Si la rata decodificadora fallaba en su elección, la primera rata recibía una recompensa más pequeña de lo usual. Esto provocó un cambio tanto en sus funciones cerebrales como en su comportamiento, esforzándose para obtener una recompensa mayor, y asistiendo así a la rata decodificadora. Ahora, es necesario remarcar que esto no es telepatía, control mental, ni nada parecido. En el mejor de los casos tal vez se pueda hablar de una “influencia” de la primera rata sobre la segunda, pero la idea de múltiples cerebros trabajando sobre una misma tarea es sin dudas llamativa, y ese será el próximo objetivo de Nicolelis y su equipo.

Escrito por Lisandro Pardo

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