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Los 10 años de servicio de la EEI

Desde hace diez años la Estación Espacial Internacional (EEI) se ha mantenido permanentemente ocupada. A bordo de este grupo de contenedores de alta tecnología que orbitan la Tierra se han realizado cientos de experimentos científicos de todo tipo. Pero quizás su más importante logro haya sido el trabajo conjunto y sin interrupción de varias naciones del mundo en pos de un bien común.

Pocos proyectos científicos encarados por la humanidad pueden compararse con la construcción y explotación de la Estación Espacial Internacional (EEI) (en inglés, International Space Station o ISS). Este enorme logro de la ingeniería ha sido posible gracias a la participación conjunta de cinco agencias espaciales: la NASA, la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial Federal Rusa, la Agencia Japonesa de Exploración Espacial y la Agencia Espacial Canadiense. La historia de este centro de investigación, el único que en este momento se encuentra en la órbita terrestre, comenzó con el despegue del cohete ruso Protón que, el 20 de noviembre de 1998,  colocó en órbita el módulo Zaryá. Esta primera pieza de lo que más tarde se convertiría en un gigantesco Mecano,  había sido diseñado especialmente para proporcionar a la futura estación espacial de la energía y sistemas de propulsión básicos. A Zaryá le siguió el módulo Unity, construido por la NASA y transportado al espacio por el transbordador Endeavour.

En julio del año 2000 se sumó al conjunto el módulo de servicio ruso Zvezda. Este módulo  fue el primero en proporcionar sistemas de soporte vital, permitiendo a la EEI alojar astronautas en su interior. En octubre de ese año se sumó el sistema de comunicaciones ITS Z1, que montado sobre Unity permitiría a los tripulantes de la estación comunicarse con la Tierra. Finalmente, hace exactamente diez años, llegan a la EEI los primeros tres astronautas. Desde noviembre del año 2000, luego de ser “inaugurada” por la “Expedición 1” -que viajó a bordo del Soyuz TM-31 que partió desde el Cosmódromo de Baikonur en Kazajistán–  la estación espacial se ha mantenido siempre ocupada.

La Estación Espacial Internacional se ha mantenido “en construcción” desde sus inicios, y seguramente permanecerá en este estado hasta el día que se declare terminada su misión. Las agencias espaciales participantes del proyecto han enviado periódicamente nuevos módulos destinados a ampliar su capacidad y dotarla de nuevas funciones. En febrero de 2001 el transbordador Atlantis transportó al espacio su laboratorio más importante: el Destiny. Dos meses más tarde, es abril, la estación recibió el brazo robótico SSRMS, proporcionado por los canadienses.  Y en julio de ese mismo año, se agregó un módulo destinado a cumplir las funciones de “cámara de descompresión” para que los astronautas pudiese salir por el al espacio.

El laboratorio espacial necesitaba energía para funcionar, así que en 2002 se acopló la primer parte de la estructura que, con sus 91 metros de largo, sostendría los gigantescos paneles solares (los más grandes jamas construidos). El  SSRMS fue de gran ayuda en el montaje de la estación y sus paneles, y ha sido trasladado de un sitio a otro de la estructura en diferentes oportunidades para que pueda cumplir su función. Varias tareas relacionadas con la construcción de la EEI han sido efectuadas por los mismos tripulantes, que embutidos en sus trajes espaciales salen al exterior. En febrero de 2004 tuvo lugar la primer caminata espacial en la que participaron -a la vez- todos los tripulantes de la estación.

Muchas veces hemos mencionado el problema que la “basura espacial” constituye para los vehículos y satélites artificiales que se encuentran en órbita alrededor de la Tierra. La EEI no escapa a este peligro. El  27 de junio de 2006 un pedazo de metal de unos 80 kilogramos de peso pasó a unos 2 kilómetros de la estación. Dado que la EEI se mueve a 28 mil kilómetros por hora, el impacto de esta pieza de basura espacial -posteriormente se determinó que era parte del un satélite militar estadounidense lanzado en 1963, ya fuera de servicio- hubiese tenido gravísimas consecuencias para su integridad. Ni bien se detectó la presencia de esta pieza errante, se dio la alarma y comenzaron los preparativos para la evacuación de urgencia, pero finalmente no fue necesario abandonar la EEI.

Ese no fue el único evento de este tipo. En marzo del año pasado, un objeto denominado 25090 PAM-D estuvo cerca de colisionar con la EEI, y llegó a activarse el plan de contingencia previsto para estos casos: los astronautas abordaron la cápsula rusa Soyuz, cerraron las compuertas y pusieron los sistemas de la Estación Espacial en “modo automático”, a la espera del impacto, que finalmente no tuvo lugar. La Soyuz permanece acoplada a la EEI de forma permanente, y constituye el único medio de evacuación previsto. Finalmente, el 6 de noviembre de 2009 un objeto no identificado pasó a solo 500 metros de la Estación. Evidentemente, la basura espacial no es un problema menor.

Durante los primeros meses la Estación Espacial Internacional tenía comodidades para albergar una tripulación permanente de sólo dos astronautas. En 2006 las ampliaciones hicieron lugar para tres personas, y actualmente hay espacio para seis astronautas viviendo de forma permanente en la EEI. Esto, entre otras cosas,  ha permitido que seis afortunados ciudadanos (“afortunados” también por sus recursos económicos) pagar 25 millones de dólares por el privilegio de convertirse en “turistas espaciales”, siendo la EEI el único sitio que hasta la ficha ha oficiado de “hotel espacial”. El cosmonauta ruso Yuri Malenchenko se casó con Ekaterina Dmitrieva (que se encontraba en la Tierra en ese momento), consumando el primer matrimonio efectuado en el espacio. Como puedes ver, la EEI es única en un numero enorme de situaciones.

La Estación Espacial órbita alrededor de la Tierra a una altura promedio de 360 kilómetros (órbita terrestre baja). Demora poco más de una hora y media en completar un giro alrededor de nuestro planeta, y ha recorrido ese camino unas 70,000 veces, recorriendo en ese tiempo unos dos mil ochocientos millones de kilómetros. Según los planes iniciales, el plazo total de vida útil de la EEI era de 10 años, por lo que ayer debería haber terminado su misión. Sin embargo, los responsables del consorcio de agencias espaciales que mantienen el laboratorio en órbita  consideran que podrá ser utilizada como mínimo hasta 2020.

Transcurrido ese plazo, la EEI seguirá de sus predecesores, como el Skylab, quemándose en la atmósfera. Es una verdadera pena que el costo necesario para “hacerla aterrizar de una pieza” sea lo suficientemente elevado como para convertir esa idea en algo irrealizable, por que es indudable que la Estación Espacial -con sus casi 110 metros de largo y más de 415 mil kilogramos de peso- constituiría un espectáculo único como parte de cualquier museo. ¿No crees?

Escrito por Ariel Palazzesi

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