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M31, un virus que genera electricidad

Un grupo de investigadores del Departamento de Energía del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Berkeley Lab), en Estados Unidos, han puesto a punto un método para generar energía eléctrica utilizando un virus conocido como M31, inofensivo para el ser humano. El dispositivo es capaz de  convertir la energía mecánica en electricidad, y tiene la potencia suficiente como para alimentar una pantalla de cristal líquido. El virus es capaz de crear millones de copias de si mismo en pocas horas, proporcionando un suministro constante de energía.

Formas de generar electricidad hay muchas. Dejando de lado las más comunes, como la quema de combustibles fósiles o la energía nuclear -generadores que aprovechan el calor para producir energía mecánica que luego es transformada en electricidad- y los más limpios paneles solares o generadores eólicos, existen otros que son realmente curiosos. Uno de ellos es el sistema desarrollado por un grupo de investigadores del Departamento de Energía del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Berkeley Lab), en Estados Unidos, capaz de generar energía a partir de un virus conocido como M31. Se trata de un virus que resulta inofensivo para el ser humano, con el que se ha recubierto un electrodo.  Los científicos diseñaron un generador a partir de ese electrodo,  colocándolo detrás de  pulsador que al ser presionado por un dedo “estimula” a los virus para generar una corriente lo suficientemente importante como para hacer funcionar una pequeña pantalla de cristal líquido. Básicamente, el sistema es capaz de convertir la fuerza aplicada sobre el electrodo en una diferencia de potencial.

El “generador” puesto a punto por los investigadores norteamericanos es capaz de aprovechar las propiedades piezoeléctricas del M31, y es capaz de producir un máximo de  6 nanoamperios de corriente y 400 milivoltios de potencial eléctrico. Si comparamos estos valores con los que es capaz de entregar una simple pila como las utilizadas en un reloj de muñeca, veremos que son prácticamente insignificantes, pero los dispositivos electrónicos más modernos son capaces de operar con cantidades de energía muy pequeñas, por lo que es capaz de hacer funcionar dispositivos reales. En las pruebas, cuyos resultados han sido publicados en la revista “Nature Nanotechnology”, quedo claro el potencial del invento al ser capaz de manejar sin problemas un pequeño circuito y una pantalla de cristal líquido. Estamos acostumbrados a que la piezoelectricidad (del griego piezein, que significa “estrujar” o “apretar”) es un fenómeno presente en varios cristales, los que al ser deformados mecánicamente presentan una diferencia de potencial y cargas eléctricas en su superficie. Lo llamativo de este proyecto es que se basa en una propiedad parecida presente en un virus, una estructura que a pesar de no estar “viva” en el sentido en que una bacteria o un vertebrado están vivos, es claramente muy diferente a un cristal. 

Los científicos del Berkeley Lab esperan utilizar su trabajo para crear pequeños dispositivos capaces de producir electricidad a las vibraciones que se producen en la vida cotidiana, como cuando cerramos una puerta, subimos una escalera o conducimos un automóvil. Los primeros aparatos que podrían beneficiarse de esta tecnología son los sensores microelectrónicos, dispositivos muy pequeños que generalmente consumen cantidades irrisorias de energía. “Necesitamos investigar un poco más, pero estamos seguros que nuestro trabajo es un primer paso hacia el desarrollo de generadores de energía personales, ideales para su uso en nano-dispositivos,” dice Seung-Wuk Lee, un científico de la Universidad de Berkeley que formó parte del equipo.

Escrito por Ariel Palazzesi

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