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Machholz 1: ¿Un cometa extrasolar?

Los astrónomos están encantados con el cometa Machholz 1. Su extraña composición química les hace pensar que su origen puede ser extrasolar, contrariando la teoría que, desde 1950, asigna como lugar de partida para los cometas la Nube de Oort. ¿Que no entiendes nada? Pues, sigue leyendo…

Hasta 1950, la mayoría de los astrónomos suponían que los cometas  provenían del espacio interestelar, o que orbitaban las estrellas a una enorme distancia de ellas, así como también creían que las perturbaciones gravitatorias provocaban que algunos cometas fuesen capturados por los soles vecinos. Pero el astrónomo holandés Jan Oort hizo notar que, en realidad, no se había observado ningún cometa que inequívocamente proviniese del espacio interestelar y, lo más importante, que no provenían de alguna dirección preferencial.

A partir de estos y otros hechos, Oort propuso que los cometas tenían su origen en una gran “nube” externa en los confines del sistema solar, la misma que años más tarde se llamó “Nube de Oort”. Hoy se calcula que ese verdadero enjambre de cometas está compuesto por mas de billón (1.000.000.000.000) de rocosas bolas de nieve, que periódicamente inician su largo viaje hacia el Sol.

Sin embargo, la aparición del cometa Machholz 1 ha obligado a los astrónomos del Observatorio Lowell, de Arizona, a reconsiderar la hipótesis extrasolar de, al menos, algunos de los cometas que nos visitan cada tanto. Tras observar la extraña composición química de Machholz 1, los especialistas creen que hay una buena posibilidad que tenga su origen en algún remoto lugar del universo. Si es cierto, sería la primera noticia que tenemos de que un cuerpo celeste visite nuestro Sistema Solar.

El cometa, que lleva el nombre del científico que lo descubrió en 1986, ha sorprendido a los astrónomos que lo han analizado. Según  David Schleicher, un astrónomo del  Observatorio Lowell que ha efectuado los análisis de las composiciones químicas de más de 150 cometas, el Machholz 1 es extremadamente extraño. De hecho, es el único que prácticamente no contiene una molécula de carbono y nitrógeno denominada cianógeno, responsable del color verde brillante que adquieren las estelas de casi todos los cometas que se acercan al Sol. Machholz 1 tiene solo el 1.5% de la cantidad de cianógeno que presentan sus “colegas”.

El cianógeno un gas muy irritante para los ojos y el sistema respiratorio, y fue el responsable de la histeria masiva durante la visita del cometa Halley, en 1910, cuando se supo que la Tierra pasaría por la cola del cometa. Dado que la densidad de gas era ínfima nada grave ocurrió.

Los astrónomos tienen tres explicaciones para este bajo contenido de cianógeno. En primer lugar, existe la posibilidad de que el cometa se haya formado en una región extremadamente fría en los confines de nuestro Sistema Solar, haciendo que casi todo el  carbono quedase atrapado en moléculas diferentes al cianógeno.

La segunda posibilidad es que la extraña órbita del Machholz 1, que lo acerca mucho al Sol en cada ciclo, lo someta a altas temperaturas capaces de evaporar la mayor parte del cianógeno que formó parte de su composición original.

Pero es la tercera alternativa la que resulta más excitante: esta tercer alternativa dice que el Machholz 1 puede haberse formado fuera de nuestro  Sistema Solar. Según Schleicher, “un origen extrasolar es la mejor manera de explicar su composición química”. Los astrónomos saben que muchos cometas del Sistema Solar son expulsados al espacio exterior, por acción del empujón gravitatorio que les proporcionan los planetas más grandes, como Júpiter o Saturno. No resulta descabellado pensar que lo mismo podría haber ocurrido en otro lugar de la galaxia haciendo que el Machholz  1 llegara hasta el Sol. En este caso, el disco protoplanetario de la estrella alrededor de la cual orbitaba originalmente el cometa, habría presentado una baja abundancia de carbono.

Sea cual fuese la razón de la extraña composición del cometa, ha obligado a los expertos a reconsiderar el origen de estos cuerpos celestes. Todo lo que sabemos sobre la composición planetaria tiene su origen en un puñado de planetas que se formaron a partir del mismo montón de escombros, y que orbitan alrededor del Sol. Pero si se confirmase el origen extrasolar del cometa, podríamos aprender mucho sobre la composición química de otros rincones de la galaxia simplemente enviando una sonda a recoger muestras de su núcleo y cola. Al fin y al cabo, resulta mucho más práctico y rápido abordar un pequeño cometa en las cercanías del Sol que planificar una misión a otro sistema solar, cuyo viaje podría insumir, al menos, algunos siglos.

Escrito por Ariel Palazzesi

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