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Nanotubos en busca del cerebro artificial

Reproducir a un cerebro humano es un desafío que está captando la atención de cada vez más expertos alrededor del globo. Aunque algunos de estos desarrollos han sido criticados en el pasado, un equpo de la Universidad de California Viterbi no fue tan lejos como emular un cerebro completo, sino que han comenzado con algo mucho más básico: La creación de una sinapsis, basada en los ya reconocidos nanotubos de carbono.

Hace un par de años atrás, DARPA anunció que quería una versión virtual del cerebro de un chimpancé. A los pocos meses, IBM dijo haber logrado una simulación del cerebro de un gato con un superordenador Blue Gene, un hecho que fue criticado a los pocos días y considerado como falto de méritos. El cerebro y la tecnología tienen actualmente una relación bastante cercana, pero todo indica que las distancias serán aún más estrechas en los próximos años. Cada vez aprendemos más sobre el cerebro, aunque es impresionante todo lo que queda por delante. Una cosa es emular el funcionamiento de un cerebro, y otra es tratar de reproducirlo en forma análoga. Esto parece aún más lejano que la emulación en un súperordenador, pero todo comienza con un pequeño paso.

El paso fue dado por un grupo de investigadores de la Universidad de California Viterbi, al crear un circuito de sinapsis basado en nanotubos de carbono. Para quienes estamos un poco oxidados en biología, una sinapsis es el enlace entre neuronas. La profesora Alice Parker ha estado trabajando en esto desde el año 2006, y su pregunta primordial era si podían lograr un circuito que se comportara de la misma forma que una neurona, y eventualmente, que el cerebro humano. Lo que hay que tener en cuenta aquí es la escala. Los estimados más confiables le dan al cerebro humano un total de cien mil millones de neuronas. Su único equivalente directo sería la cantidad estimada de estrellas en la Vía Láctea.

Por esta razón, una reproducción de un cerebro funcional estaría varias décadas en el futuro. El siguiente paso sería lograr la plasticidad cerebral en los circuitos. El cerebro crea nuevas neuronas, cambia y se adapta de acuerdo a las experiencias vividas. Alcanzar esta clase de funcionamiento en una creación artificial será todo un desafío para los expertos. Aún así, los beneficios serían muy grandes en el largo plazo, comenzando por la llamada “nanotecnología prostética”, la reparación del daño cerebral y la restitución de funciones perdidas, hasta llegar a cosas como vehículos inteligentes.

Escrito por Lisandro Pardo

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