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¿Por qué los aviones no vuelan más alto?

Razones físicas, técnicas y de seguridad que vale la pena explorar

¿Por qué los aviones no vuelan más alto?

El promedio de altitud para un vuelo comercial se ubica en los 10.000 metros, pero dependiendo de las características del avión y otras condiciones, oscila entre 9.500 y 13.000 metros. Los beneficios de volar en esa «banda» son muy importantes, especialmente al evitar climas adversos y ahorrar combustible. Entonces, ¿por qué no volar más alto? ¿Qué le impide a un avión convencional seguir ascendiendo? En un principio, nada… hasta que no puede volar más.

¿Has jugado Kerbal Space Program? ¿No? Bueno, deberías. Por un lado, es uno de los mejores simuladores espaciales jamás hechos, y por el otro, aprendes algo nuevo a cada paso. Un buen ejemplo es el de los aviones. Primero, descubres que eres horrible diseñando un avión. Después, que eres horrible volando a ese avión. Finalmente, que no puedes llevar ese avión al espacio… a menos que lo transformes en un híbrido mutante con un cohete. Estilo «Transbordador Espacial», sólo que mucho más DIY.

¿Por qué? Supongo que esa duda se extiende a todos los aviones, con especial énfasis sobre aquellos modelos que transportan pasajeros. Es muy raro encontrar un avión comercial superando el umbral de los 13 mil metros. Una excepción a la regla era el Concorde, que debía llegar a los 18 mil metros para pulverizar la barrera del sonido. Sin embargo, existen muy buenas razones por las que un avión no puede (o mejor dicho, no debería) volar más alto.



En primer lugar, eficiencia. La idea es que el avión vuele más rápido y consuma menos combustible al mismo tiempo, y lo que se obtiene de la altitud crucero es el mejor equilibrio entre ambos factores. Después aparece la seguridad. A un promedio de 10.000 metros, el avión logra evitar tormentas, vientos severos, y el resto del tráfico aéreo, desde aves hasta helicópteros. Eso también se traduce en un amplio margen de maniobra para los pilotos en caso de una emergencia.

Siguiendo esa línea, si un avión vuela más alto, le tomaría más tiempo regresar a una altitud segura, y en el caso de una emergencia por descompresión, un segundo puede ser la diferencia entre un avión en una pieza, y otro en varias. A eso se suman problemas en la comunicación. La conexión entre los aviones comerciales a gran altitud y los servicios en tierra sería más inestable, más compleja, y más cara.



Finalmente, llegamos a la aerodinámica. Un avión volando demasiado alto terminará en una zona donde el aire es muy delgado, e insuficiente para mantener la sustentación. La diferencia de presión en las alas es lo que crea sustentación, pero a una altitud excesiva, dicha diferencia desaparece. Otro problema grave es la falta de oxígeno para los motores. Más allá de su espectacular eficiencia, no dejan de ser criaturas de combustión, y el oxígeno no es opcional.

Tampoco debemos olvidar el peso. A mayor altitud, mayor es la cantidad de combustible que requiere para llegar allí, y mayor su peso al momento de despegar. Una excepción a esta regla fue el prototipo Helios de la NASA, que llegó a unos nada despreciables 29 mil metros en 2001, y digo «fue» porque dos años más tarde se desintegró en pleno vuelo. En resumen, los aviones no vuelan más alto porque no es seguro, no es eficiente, y el aire escasea. ¿Quieres ir más arriba? Necesitas un cohete.



Escrito por Lisandro Pardo

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