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Retroinformática: Commodore SX-64 (1984)

Las máquinas de 8 bits tuvieron su época dorada en los primeros años de la década de 1980. En ese momento, cuando el Commodore 64 se vendía como pan caliente, la empresa tuvo una excelente idea: crear una versión de su más exitoso ordenador que fuese posible transportar de un lado a otro. Aunque el nivel de ventas no lo reflejaron, el nuevo Commodore SX-64 fue una máquina maravillosa, que proporcionaba a su dueño la posibilidad de disfrutar de todas las tareas que normalmente realizaba con su C64 en cualquier parte. Aunque seguía siendo necesario tener un tomacorriente cerca porque el ordenador no disponía de baterías, le brindó a mucha gente la posibilidad de ir con su ordenador a todos lados. Te contamos su historia.

A lo largo de esta serie de artículos hemos hablado muchas veces del éxito impresionante que representó el Commodore 64. Esta máquina de 8 bits, con una extraña forma de panera y un BASIC espantoso, consiguió conquistar a los usuarios de todo el mundo, convirtiéndose en el ordenador más vendido de la historia. Proporcionó a Commodore beneficios suficientes como para que la empresa pudiese encarar proyectos mucho más ambiciosos, entre los cuales destacan el Commodore Amiga y una versión portátil del mismo C64: el Commodore SX-64.

No es cierto, como puede leerse en varios lugares, que el SX-64 haya sido “el primer ordenador portátil de la historia”. Ese mérito corresponde al Osborne 1, que no solo apareció en el mercado años antes, sino que era más potente y corría CP/M, el sistema operativo de moda por aquellos años. Sin embargo, el SX-64 fue el primero de su clase en disponer de una pantalla color, característica que junto a la popularidad de la marca “Commodore” -nacida con la serie PET, incrementada con la aparición del VIC-20 y consolidada con el Commodore 64– hicieron del SX-64 un verdadero objeto del deseo. Los usuarios de la plataforma Commodore soñaban con tener algo como está maquina. El hardware era prácticamente el mismo que se utilizaba en la versión de sobremesa, aunque habia diferencias.

Commodore SX-64, un verdadero objeto del deseo.

Dentro de una caja de unos 37 x 37 x 13 centímetros y casi 11 kilogramos de peso se encontraba la placa madre de un Commodore 64, una unidad de discos de 5.25 pulgadas (single-sided,  170 KB por disco) compatible con la popular Commodore 1541, un teclado que hacia las veces de tapa, un monitor color (¡con tecnología CRT, por supuesto!) de 5 pulgadas y la fuente de alimentación. No había baterías, por lo que a pesar de que el SX-64 era “transportable”, no podía usarse lejos de un tomacorriente. Casi cualquier programa escrito para el C64 podía utilizarse en el SX-64, aunque había algunos problemas. Si bien el hardware era esencialmente el mismo, en la nueva máquina se había optado por utilizar por defecto texto azul sobre un fondo blanco, por lo que viejos programas escritos para el C64 que esperaban encontrar texto blanco sobre fondo azul simplemente no mostraban lo que se esperaba. Por supuesto, el problema desaparecía si antes de cargar el programa conflictivo se tipeaban un par de POKES para modificar los colores de la pantalla.

Este teclado hacia las veces de tapa.

Sin embargo, la ausencia de un conector para un grabador de cintas fue el problema más duro que enfrentaron los usuarios. En aquellos años era muy común que se utilizase ese periférico como unidad de almacenamiento, y aquellos que tenían docenas de cintas con aplicaciones, datos o -fundamentalmente- juegos descubrían que no podían utilizarlas en el SX-64. En cuanto al monitor incluido, si bien era muy legible, su pequeño tamaño lo convertía en un obstáculo para las personas que tenían algún problema ocular, y el ordenador no proporcionaba ningún conector para usar un monitor extra. Obviamente, había una razón para esas dos “carencias”: no tenia mucho sentido diseñar un ordenador portátil cuyo dueño tuviese que arrastrar también un monitor y grabador de casetes.

Una caja de unos 37 x 37 x 13 centímetros y casi 11 kilogramos de peso.

Esas no eran las únicas incompatibilidades, pero fueron las más notorias. Así y todo, esta máquina de 8 bits permitió a más de cuatro ejecutivos de la época convertir en realidad el sueño de “llevarse su oficina” con ellos. Hoy día tener un ordenador portátil es lo más normal del mundo, pero en 1984 era más o menos como ser parte de una película de ciencia ficción. El Commodore SX-64 se vendía en 995 dólares. Existen unas pocas unidades llamadas Commodore DX-64, que poseen dos unidades de disco. Es muy posible que jamás hayan llegado a las tiendas, y que solo las utilizasen los empleados de la empresa. También se anunció el Commodore SX-100, con monitor monocromo y algo mas barato, pero jamás se puso a la venta.

El Commodore SX-64 se vendía en 995 dólares.

El SX-64 no se ve vendió demasiado. Y es lógico que haya sido así. Si bien la gente deliraba ante la posibilidad de tener algo tan maravilloso como una Commodore 64 (casi) completa y portátil, lo cierto es que en la práctica, el SX-64 era un ordenador bastante incómodo. Habia que arrastrar por la vida más de 10 kilogramos de equipo, y a la hora de usarlo su pequeña pantalla era insuficiente. Cinco pulgadas es poca cosa, aún cuando solo podamos mostrar texto en baja resolución. Aquellos que se sentaron un rato frente al SX-64 rápidamente notaron que si bien era “excitante” tener la posibilidad de cerrar su tapa y llevársela a otra parte, a la hora de usarla no era lo que uno esperaba. Así fue como en total se vendieron únicamente unas 85 mil unidades de está máquina. Había sido una buena idea, pero la tecnología aún no estaba madura para poder convertirla en un producto exitoso. Commodore ofreció el SX-64 por medio de sus distribuidores hasta 1986, y luego lo discontinuó. Hoy día, como ocurre con tantas otras máquinas de 8 bits de esa época, solo se la puede ver en el cuarto de algún afortunado coleccionista.

Escrito por Ariel Palazzesi

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