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Conoce al «robot origami» del MIT

Un robot capaz de alterar su forma, navegar a través de diferentes entornos, realizar tareas específicas y luego degradarse sin consecuencias es el sueño de muchos expertos. Después de todo, eso es exactamente lo que queremos del ejército de nanobots que va a curar todas nuestras enfermedades en el futuro, pero en la actualidad, un grupo de investigadores bajo el ala del MIT ha creado un robot en miniatura que se pliega a sí mismo, y se desplaza usando campos magnéticos.

Los robots pueden hacer por nosotros mucho más de lo que imaginamos. Ensamblar un coche en una línea de producción es un trabajo que roza lo tradicional para un robot, pero hoy también podemos verlos dirigiendo el tránsito, explorando otros planetas, restaurando miembros perdidos, imitando animales, educando, y por supuesto, mejorando nuestra salud. En este último punto, los beneficios serían mucho más grandes si se desarrollaran procesos avanzados de miniaturización. El mundo de la nanotecnología tiene múltiples desafíos, pero uno de los más importantes es combatir condiciones directamente en el interior de nuestro cuerpo, atacando tumores en su origen, transportando medicina con mayor precisión o reparando tejido dañado. Aún no hemos llegado a eso, sin embargo, el último desarrollo proveniente del MIT da un paso en la dirección correcta.

 

El pequeño robot no posee un nombre oficial, pero su vídeo de presentación lo llama «robot origami», y si tenemos en cuenta sus capacidades, encaja a la perfección. Básicamente estamos frente un robot que se pliega a sí mismo, camina, nada, y se degrada cuando cumple con su misión. Su diseño está basado en un imán de neodimio y PVC atrapado en dos capas estructurales (hechas de poliestireno o papel) cortadas con láser. Una vez que el robot es colocado sobre una fuente de calor, el PVC se contrae y las capas estructurales se pliegan obedeciendo a los cortes láser. El robot origami necesita menos de un minuto para alcanzar su forma completa, y gracias a una serie de bobinas electromagnéticas combinadas con el imán antes mencionado, logra desplazarse a una velocidad que alcanza los cuatro centímetros por segundo.

El peso del robot asciende a 0.31 gramos y mide 1.7 centímetros de lado, pero eso no le impide mover dos veces su propio peso. Una vez que su trabajo está terminado, el robot origami se disuelve en un baño de acetona, dejando atrás solamente el imán de neodimio. Los investigadores admiten que será más difícil lograr que el robot se disuelva en agua, pero no imposible. Otra opción a futuro es integrar sensores que habilitarán un funcionamiento completamente autónomo, y con el nivel de miniaturización adecuado, la idea de un robot que nos cura por dentro no será tan descabellada…

Escrito por Lisandro Pardo

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