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El LHC y sus aportes paralelos a la ciencia

La mayor obra científica de la historia nos hace soñar con desvelar los misterios más grandes de la existencia, pero por el camino, también contribuye a hacer avanzar la tecnología necesaria para desarrollar técnicas nuevas en muchos campos de la ciencia. No se trata solo de diseñar experimentos exóticos que en principio no parecen tener utilidad práctica. El acelerador de partículas proporciona toda una serie de progresos que terminan por alcanzar al resto de las áreas de investigación más prácticas para nuestro beneficio.

Mucha gente se queja de los enormes presupuestos y los ímprobos esfuerzos que se realizan para llevar a cabo obras tan descomunales como el propio LHC, cuya utilidad se pone en duda por tratarse de experimentos teóricos sobre el origen del Universo. Millones y millones de euros se amontonan entre los 27 kilómetros de perímetro de este monstruo del ingenio humano y 20 años de paciente construcción hasta alcanzar su estado óptimo de funcionamiento. Todo para verificar la existencia de la “partícula de Dios” o para saber como funciona una colisión de alta energía simulando la que hubo hace 13.700 millones de años en los inicios de la existencia.

Sin embargo, el esfuerzo colosal realizado a todos los niveles para construir esta monstruosa máquina, da como resultado colateral la generación de recursos y tecnologías útiles que luego se pueden emplear en muchos otros campos de la ciencia. No se hace enteramente con la conciencia de lograr unos objetivos concretos, pero la enorme inversión en talento científico y las ingentes cantidades de dinero traen como consecuencia una oleada de avances tecnológicos que se aplican en multitud de campos y que ayudan a la civilización a consumar su capacidad de resolver muchos problemas del ser humano.

Ejemplos de esta singular característica de las grandes obras, la tenemos en la construcción de una potentísima red de datos, llamada The Grid. Esta red utilizará un colosal conjunto de ordenadores que trabajarán al unísono para generar una especie de súper ordenador en la nube encargado de procesar los millones de datos que le llegarán de las colisiones producidas en las entrañas del acelerador. Recordemos que Internet se inventó precisamente en este centro (CERN). No sería de extrañar que la próxima versión de Internet que veamos sea una evolución de esta potentísima red. Y no tenemos que recordar que Internet ha sido una de las revoluciones más importantes (quizá la más) del siglo 21.

Un método de diagnóstico muy poderoso llamado Tomografía por Emisión de Positrones (PET) también fue puesto a punto gracias al desarrollo del Gran Colisionador de Hadrones. El PET ha revolucionado la medicina y ha posibilitado avanzados experimentos sobre el cuerpo humano que de otro modo no podrían haberse hecho nunca. Este tipo de tomografías permiten detectar tumores en función de su actividad metabólica y resultan especialmente útiles en el diagnóstico del cáncer. También pueden ser valiosos en la detección temprana del Alzheimer.

La hadronterapia, otro desarrollo impulsado a partir de trabajos sobre el LHC, se ha constituido como una terapia de radiación alternativa que sirve para destruir células malignas sin afectar al tejido sano. Es especialmente apta para tumores profundos, o pediátricos, donde es esencial evitar la posible irradiación a órganos sanos.

Y esto son sólo algunos de los ejemplos de tecnología útil que el Gran Colisionador está empezando a producir con el paso del tiempo. Seguramente, todos y cada uno de los euros gastados en esta fascinante máquina serán rentabilizados con muchas vidas que de otro modo estarían siendo condenadas a la desaparición temprana. Quizá esto nos ayude a ver al LHC no como un despilfarro llevado a cabo por físicos locos que derrochan el dinero en caprichos teóricos, sino como una colosal oportunidad de avanzar hacia un futuro mejor, lleno de soluciones a muchos de nuestros problemas más acuciantes.

Escrito por imported_Kir

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