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El ordenador más pequeño del mundo

Los ordenadores han reducido su tamaño de forma radical durante los últimos años, a un extremo tal que hoy en día es completamente posible tener el poder de procesamiento de un ordenador promedio en uno de nuestros bolsillos. Sin embargo, de acuerdo a investigadores de la Universidad de Michigan, se ha desarrollado un ordenador con un volumen que supera por muy poco el milímetro cúbico. ¿Su función? Ser implantado como medidor de presión ocular en pacientes que sufren de glaucoma.

El glaucoma es un desorden ocular considerado como el segundo responsable más frecuente a nivel mundial que provoca ceguera. Técnicamente, el glaucoma no tiene cura, pero existen difernetes métodos para controlar y/o minimizar los efectos de la presión ocular. La posibilidad de un implante para medir la presión directamente puede haber parecido algo imposible de lograr hace unos años, pero ahora, gracias a los espectaculares procesos de miniaturización conocidos en la informática, y al esfuerzo de un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan, ya se trata de un hecho. En consecuencia, han desarrollado el ordenador más pequeño del mundo.

La comparación del sistema frente a una moneda de un centavo de dólar (Crédito: Greg Chen)

Mientras que la ley de Moore indica que la cantidad de transistores en un chip se duplica cada dos años, este micro-ordenador continúa la línea de la menos conocida ley de Bell, que indca el nacimiento de una clase de ordenador más barato y más pequeño cada diez años. El sistema cuenta con un procesador, memoria, un sensor de presión, una radio inalámbrica con su antena, una batería, y una celda solar para recargarla. El procesador utilizado es la tercera generación de un chip conocido como Phoenix, que posee un consumo de energía extremadamente bajo, a un punto que hace ver a los móviles actuales como reactores nucleares. El sistema sale de su modo de espera cada quince minutos para tomar lecturas, consumiendo unos 5.3 nanovatios en el proceso. La batería se recarga completamente con diez horas de exposición a luz artificial convencional, o una hora y media bajo luz solar.

El ordenador puede guardar aproximadamente una semana de datos, los cuales son transmitidos a un dispositivo externo (cercano al ojo) para uso del paciente. Aunque todavía faltan varios años para que se pueda apreciar una solución comercial, el potencial es muy grande. A esa escala, se podrían fabricar miles de sistemas por cada oblea de silicio, y sus aplicaciones podrían ir mucho más allá de la medicina. Monitores de integridad estructural, de calidad del aire, y de otros tantos factores entran en consideración. Sin embargo, es algo muy apreciable que esta clase de micro-ordenadores lleguen primero al mundo de la medicina. Quedan muchos males por curar, y la tecnología debe hacer todo lo posible para combatirlos.

Escrito por Lisandro Pardo

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