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Guía de adecuación “usuario-ordenador”

Algunos podrán pensar que el título fue sacado de algún rincón oscuro de nuestras mentes durante una terrible borrachera, pero en realidad no es así. La relación entre usuario y ordenador es cada vez más estrecha, aunque eso no significa que sea particularmente armoniosa. Los conflictos de intereses entre un usuario y un ordenador son mucho más frecuentes de lo que se podría considerar saludable, y los efectos de una, digamos, "negociación hostil" podrían ser catastróficos para ambas partes. Como el ordenador es, al fin y al cabo, una extensión del usuario, aquí van una indicación o dos para saber cuándo hay que ceder, cuándo hay que seguir adelante con una idea, o qué caminos alternativos se pueden tomar.

Cuando a Martin Cooper, inventor del teléfono móvil, le preguntaron si su creación era una bendición o una maldición, él simplemente contestó que los beneficios superaban a cualquier inconveniente. Básicamente se puede decir lo mismo de los ordenadores hoy. Su utilidad y flexibilidad es impresionante, más allá de los cotidianos percances que pueden surgir durante su funcionamiento. Pero la pregunta aquí es si son realmente percances. Es decir, sin un usuario (lejos o cerca), un ordenador no es mucho que digamos. Y como cada usuario es un universo en sí mismo, la relación entre ambos es, sin lugar a dudas, compleja. Un ordenador tiene capacidades definidas por donde se las mire, pero cuando un usuario intenta imponer su mentalidad o sus puntos de vista sobre su ordenador, empiezan los problemas. Algo común es que un usuario no sepa qué quiere de su ordenador, pero aún más complejo es cuando un usuario quiere algo de su ordenador que tal vez no pueda tener. Veamos algunas situaciones típicas.

"Mi ordenador funciona mal, lento, o no funciona"

Una descripción genérica que abarca muchos posibles problemas en un ordenador, siempre y cuando mantengamos el "posibles" en la ecuación. ¿Por qué? Porque al encontrarse con un ordenador, cualquier técnico especializado suele aplicar un parámetro similar al de la justicia, que es: "La culpa es del usuario hasta que se comprueba lo contrario". Declaraciones como "hasta ayer funcionaba bien" o "se rompió sola" sólo contribuyen a aumentar las sospechas. Usualmente tiene que haber una falla crítica muy grave como para que un ordenador "se rompa solo". Y en cuanto al software, no negaremos que algunos programas tienen la fea costumbre de instalar cosas en segundo plano, pero en la gran mayoría de los casos, el primer doble clic que inicia el caos proviene de un dedo humano. Archivos adjuntos, misteriosos parches para el MSN, programas repletos de virus descargados del Ares… y la lista sigue. Si hay una razón por la que los desarrolladores de malware diseñan sus creaciones esperando a que un usuario se equivoque, es por esta: Funciona de maravillas.

Veredicto: Una vez que el hardware haya sido completamente descartado, cualquier problema de rendimiento y/o funcionamiento estará asociado al software. Y el software, como tal, es responsabilidad del usuario. "Basura entra, basura sale". "Ante la duda, no". Por supuesto, hay excepciones. Nunca falta el módulo RAM instalado al revés o la fuente de poder con el voltaje errado que haga volar todo por los aires…

"No quiero que se vean los cables"

Este es un problema que demanda cierto análisis. Por un lado, debemos reconocer que para algunas personas los cables son una de las más puras representaciones de anti-estética que existen. Debido a su naturaleza flexible, rompen simetrías, distorsionan líneas, y generan otros tantos inconvenientes visuales. Incluso podemos llegar al extremo diciendo que ciertas personas odian a los cables, literalmente. Por otro lado, el ordenador necesita cables. Incluso en los diseños más simplificados de ordenador (como los all-in-one), aplicando toda la tecnología inalámbrica disponible en el mercado, se necesita al menos de un cable, que es el que transporta tensión. Y esto no es negociable. La respuesta a esto suele ser pasar los cables de forma muy compleja, recurriendo a prolongaciones mal calculadas, o simplemente haciendo una montaña con los cables y arrojándolos detrás de un mueble, algo que definitivamente no está bien. Además, cuanto más dificultosa es la instalación de un cable, más trabajosa es su remoción en caso de que sea necesario mover o trasladar el ordenador.

Veredicto: Hay que llegar a un compromiso. El usuario debe encontrar un equilibrio en su necesidad de ocultar cables. Los cables deben estar en una posición accesible (por comodidad y por seguridad), no estrangulados contra la pared detrás de una biblioteca. Tener que mover cuatro muebles para acceder a un cable, quitarlo de su lugar o instalar uno nuevo es señal de un trabajo mal hecho. Es posible ocultar los cables, siempre y cuando se haga con una buena administración de fondo. Las extensiones deben ser celosamente calculadas, de lo contrario, en vez de solucionar el problema, sólo lo harán peor.

"Pero si esto en el otro Windows funcionaba…"

Ah, la evolución. Llama mucho la atención que algo pueda ser tan maravilloso y tan cruel al mismo tiempo. Es maravillosa porque sin ella no tendríamos la tecnología de la cual disponemos hoy, pero es cruel porque nos hace dejar atrás muchas cosas que nos han servido bien, que demostraron estar bien hechas, y que demandaron un gran esfuerzo a la hora de reemplazarlas. El inconveniente aquí es que existen usuarios que por múltiples razones se niegan a realizar dichos reemplazos. Por lo tanto, es común encontrarse con miles de situaciones en las que un usuario insiste en hacer funcionar un programa que posee una década y media de edad bajo Windows 7, sólo porque le funcionaba bien en Windows 95. Esta implacable evolución del software también está acompañada por la evolución del hardware. Se han dejado de utilizar muchas interfaces con las que ciertos programas trabajaban de forma muy estrecha, algo que potencia el problema en sistemas modernos. La retro-compatibilidad es buena, pero no es indestructible.

Veredicto: Se divide en varias alternativas, pero se destacan tres. Primero, la virtualización. Estamos conscientes de que muchos usuarios no quieren saber nada con tener un sistema operativo dentro de otro, pero a pesar de su aparente complejidad, los beneficios pueden llegar a ser muy grandes. Segundo: "Software viejo, hardware viejo". Un ordenador con algunos años encima puede ser muy accesible en estos días (incluso puedes tener uno en el armario), y funcionar de maravillas con ese programa al que tanto desean ejecutar, ahorrando problemas de configuración, emulación, virtualización, y compatibilidad. Y tercero… ceder y actualizar. Tal vez no sea lo que quieren leer, pero hay un detalle que no cambia: La informática avanza, evoluciona… y no espera a nadie.

"Todo se ve muy pequeño / No veo nada"

Este inconveniente ha ganado terreno en los últimos tiempos con la aparición de las netbooks y los monitores widescreen. En épocas anteriores, comprar un monitor más grande estaba representado por reemplazar un tubo de catorce pulgadas con un monstruo de 17 o 19 pulgadas, de dimensiones intimidantes. El aumento en el tamaño de la pantalla estaba directamente asociado al tamaño del monitor en general, por lo tanto, el usuario recibía la inconfundible percepción de que había comprado "algo más grande". Ahora, con la llegada de las netbooks y las nuevas pantallas widescreen, las quejas sobre la forma en que los ordenadores muestran sus datos se han multiplicado. El reclamo que va a la vanguardia es el del tamaño de las fuentes de Windows. Al comprar una pantalla más grande, esperan ver todo "más grande", pero en realidad ven todo "más pequeño". Hay un error de percepción, y una razón técnica para explicar esto. El error consta en creer que un monitor con mayor cantidad de pulgadas "amplifica" la imagen. En realidad, una mayor cantidad de pulgadas representa un aumento en el campo visual y un incremento en la resolución disponible, nada más. Para obtener ese resultado de "ver todo más grande", es necesario incrementar o mantener el campo visual y reducir la resolución, algo directamente incompatible con las pantallas LCD de hoy. ¿Por qué?

Por algo llamado "resolución nativa". En términos sencillos, todo LCD tiene una resolución fija y única. Esa resolución es la considerada "óptima" para dicha pantalla, ofreciendo el mejor nivel de calidad posible. Cualquier resolución que esté por debajo de lo óptimo recibe un proceso de llamado "interpolación", que reduce drásticamente la calidad de la imagen. Si un usuario posee un LCD y nota las fuentes borrosas, deformes o distorsionadas, probablemente se deba a esto. Es exactamente el mismo efecto que se puede apreciar en televisores LCD que reciben una señal de baja calidad o por debajo de la resolución ideal. En cuanto a las netbooks, todo se debe a la relación entre resolución y tamaño. Las netbooks de hoy cuentan con una resolución promedio de 1024 x 600 píxeles. Dicha resolución aplicada en pantallas de ocho, nueve o diez pulgadas, tiene como resultado inexorable una fuente pequeña.

Veredicto: Windows ofrece varias formas para aumentar el tamaño de sus fuentes. El usuario debería probar esto mientras utiliza su pantalla LCD en su resolución nativa, algo que recomendamos fervientemente. De lo contrario, es posible bajar la resolución para aumentar el tamaño de las fuentes, pero acceder voluntariamente a una más que perceptible pérdida de calidad de imagen sólo porque las letras son demasiado pequeñas es un precio muy alto a pagar.

Por ahora, nos detendremos aquí. Tal vez algunos se sientan incómodos ante la idea de que este artículo convierte al usuario como un eslabón débil. A decir verdad, no es una idea, sino un hecho: El usuario "es" el eslabón débil de la relación "usuario-ordenador". Los ordenadores son conjuntos de dispositivos. Máquinas. Un ordenador no puede hacer nada para dañarse o afectarse negativamente a sí mismo. Desde un defecto de fábrica hasta una explosión de malware en el disco duro, la mano humana está allí. Pero también está allí para las cosas buenas, para aquello que nos hace más productivos, eficientes, e incluso felices. Tal y como he dicho al principio, el ordenador es una extensión del usuario. Depende solamente de nosotros el hacer algo mejor con nuestros sistemas. Quejarse no es una solución. Un ordenador no responde a las quejas, sino a la acción. Y esa, probablemente sea la mejor parte. Buena suerte.

Escrito por Lisandro Pardo

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