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Las drogas de diseño

Durante la década de 1970, y a raíz de la prohibición impuesta por los gobiernos de varias naciones sobre los alucinógenos, comenzaron a aparecer una serie de laboratorios clandestinos -sobre todo en los EE.UU.)- dedicados a la síntesis de compuestos químicos cuya estructura fuese lo más parecida posible a las drogas prohibidas. Conocidas como “drogas de diseño”, son sustancias que no tienen ningún parentesco con los alcaloides que se obtienen de plantas u hongos y su consumo tiende a crecer día con día. Esta es su breve historia.

A fines de los años 70, las leyes de los Estados Unidos comenzaron a penalizar fuertemente la venta y tenencia de las denominadas “drogas duras”. Si bien es cierto que las sustancias psicoactivas no son ni buenas ni malas de por sí, sino que los problemas derivados de su empleo dependen generalmente del (mal) uso que se les suele dar, el gobierno de ese y de otros países estaban decididos a terminar con este problema simplemente prohibiéndolas. Lo único que se logró fue que se montasen una serie de laboratorios, obviamente clandestinos, destinados a producir sustancias químicas cuya estructura fuese lo más parecida posible a la de las drogas prohibidas. Estas sustancias, denominadas generalmente “designer drugs” (drogas de diseño), eran capaces de provocar los mismos efectos que las obtenidas a partir de diferentes plantas, pero sus estructuras moleculares inéditas y artificiales no se encontraban -al menos en ese momento- registradas como “prohibidas” por la ley, por lo que podían comercializarse sin temor a terminar detenido por la policía.

La denominación “drogas de diseño” comenzó a popularizarse allá por 1960, cuando Gary Henderson,  un farmacéutico californiano, utilizó este término para referirse al conjunto de nuevas drogas sintéticas. Sin embargo, el concepto en sí mismo es mucho más antiguo. Por ejemplo, el MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina), generalmente conocido como “éxtasis”, fue sintetizado de forma accidental por G. Mannish y W. Jacobsohn de los laboratorios Merck en 1912. Si bien fue patentado, no fue hasta 1976 que comenzaron a estudiarse sus efectos en los seres humanos. El MDMA también es un buen ejemplo de lo que buscaban estos laboratorios clandestinos, ya que al no encontrarse dentro del grupo de drogas prohibidas, pudo fabricarse y venderse sin problemas hasta 1985, cuando fue prohibido en Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluyó la Lista I de psicotrópicos, fármacos sin utilidad terapéutica sólo utilizables en experimentos con animales. Esta clasificación hizo que se convirtiera en ilegal, aún cuando todavía no existían estudios definitivos sobre posibles efectos nocivos, grado de adicción o tolerancia que el cuerpo humano podría presentar a esta droga.

La metadona, un opioide sintético, también fue desarrollada mucho antes de la década de 1970. Se sintetizó en Alemania, allá por 1937, tiene efectos similares a los de la morfina y se la suele utilizar como un fármaco para tratar las adicciones. La ketamina, una droga disociativa que posee efectos alucinógenos y derivada de la fenciclidina,  fue sintetizada en 1962 y se comenzó a utilizar poco después en la medicina por sus propiedades analgésicas y anestésicas. En la actualidad se la emplea básicamente en el ámbito veterinario, pero en los últimos años se ha popularizado su administración con fines recreativos. La fenilciclohexilpiperidina, más conocida como PCP, Polvo de ángel, Hierba mala o Píldora de la paz se sintetizó en los años cincuenta como un anestésico, pero su uso se discontinuó rápidamente debido a sus efectos secundarios. Estas y muchas otras sustancias fueron fabricadas en enormes cantidades durante años en miles de pequeños laboratorios instalados en sótanos, casas de campo o -como puede verse en la serie “Breaking Bad” – casas rodantes.

Durante más de 15 años el truco de fabricar sustancias que imitasen el comportamiento de las drogas prohibidas funcionó sin problemas. Para cuando las autoridades descubrían, analizaban y completaban el trámite legal necesario para la prohibición de una sustancia sintética nueva, los diseñadores ya había impuesto algún reemplazo ligeramente diferente en el “mercado”. El negocio era muy redituable -el precio de venta de las sustancias manufacturadas era miles de veces superior al de los insumos necesarios para elaborarlas- y mucha gente ganó montañas de dinero con esto. Sin embargo, todo cambió en octubre de 1987, cuando el gobierno de Estados Unidos emitió la “Controlled Substance Act”, una enmienda que establecía que cualquier nuevo químico que fuese similar a  algunas de las drogas incluidas en las Listas I o II de la OMS y poseyera propiedades farmacológicas similares, sería automáticamente considerada como “sustancia controlada y pasaría de inmediato a la lista de drogas ilegales. Debido a que la Organización Mundial de la Salud adhirió también a esta enmienda, la resolución cobró vigencia internacional.

¿Terminó esta resolución con la elaboración y venta de drogas de diseño? En absoluto. Dejando de lado las toneladas de papel que se ha utilizado intentando demonizar o promover el uso de estas drogas, lo cierto es que cada día aparece alguna nueva sustancia que promete a quien la consuma la “felicidad instantánea”. Las drogas de diseño suelen ser más baratas y con una mayor cantidad de efectos que las “naturales”, por lo que siempre existirán personas ansiosas por probarlas. La historia de las drogas sintéticas, seguramente, no ha hecho más que comenzar y en el futuro… ¿y en el futuro? Te lo preguntamos a ti.

Escrito por Ariel Palazzesi

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